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MISION DE LOS CAPUCHINOS EN LOS LLANOS DE CARACAS 55 Lo los primeros fundamentos que fueron el Venerable Deán y Cabildo, en sede vacante, que pidieron al rey nuestro señor, en el año de 1657, viniesen los Capuchinos a esta provincia, desierta entonces de minis- tros evangélicos y llena de viciosas espinas que producían de la genti- lidad y de las malas costumbres de los reducidos, y, después de con- fesar y predicar aquellos primeros Padres como varones apostólicos, trabajando en las conversaciones de los domésticos, a imitación del Apóstol San Pablo, en las ciudades y lugares de esta provincia, entra- ron en estos llanos adentro setenta u ochenta leguas, dando principio en el año de 1659 y haciendo de los desiertos, campos que eran sólo moradores de tigres y bestias fieras, caminos abiertos, pasajeros y po- blados de racionales, sacando y entrando en ellos indios gentiles, con que poblaron en el mismo año ezt las riberas del río Pao, fundando, aunque en diferentes tiempos, cinco pueblos bastantemente numero- sos, dos en los sitios de la Concepción y uno en el cerrito del mismo nombre. Otros dos en Paraima, en donde martirizaron al V.P. Fray Plácido de Belicena, quitándole la vida con el carcaz todo junto de flechas, no pudiendo las fuerzas de muchos indios, por permisión del cielo, arrojar, como querían, su cuerpo muerto al río, de que se siguió la fuga de los indios todos de aquel pueblo; y en los años siguientes se fueron despoblando los demás, hasta que los demasiados trabajos y continuas fatigas de los religiosos y la poca o ninguna subsistencia de los indios en aquellos parajes, determinaron poblar en las riberas del río Tirgua, dos días de camino al poniente, y con licencia y cédula del rey nuestro señor, del año de 1676, su fecha en San Lorenzo a 28 de septiembre, fundaron la villa de San Carlos de Tirgua, de españoles, p1k resguardo de los indios, con cuatro poblaciones de ellos, llamados dichos pueblos: Nuestro Padre San Francisco de Tirgua, de indios gua- monteyes, la misión de San Pablo en el río del Tinaco, de la misma nación, la del Señor San José en el río de Mapuey, de indios guamon- teyes y criollos, y la de San Diego en el río de Cojede, de indios gua- monteyes, achaguas y de gayones indómitos y facinerosos. Más hacia el poniente, otros dos días de camino, se siguen las otras fundaciones: la villa nueva de Nuestra Señora del Pilar de Arau- re, también de españoles, la misión de Pueblonuevo, de indios gua- monteyes, la de San Antonio de Araure, de la misma nación, y junto a ella la doctrina de San Miguel de Acarigua, de indios gayones, que con licencia del Ilmo. Obispo Baños, difunto, con acuerdo que hizo

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