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MISION DE LOS CAPUCHINOS EN LOS LLANOS DE CARACAS 393 Castellanos, me tiene hecho exhorto y requerimientos con inserción de una real cédula, su fecha en Aranjuez a veinte y uno de mayo del año pasado mil setecientos y cuarenta y siete, en la que, entre otras cosas, fue servido V.M. de disponer y mandar que todos los superio- res y Prefectos de las misiones y nuevas reducciones en estas partes de América, hayan de remitir cada un año a vuestro Real y Supremo Consejo de las Indias una relación firmada, así de los religiosos mi- sioneros que hubieren muerto en ellas y de los parajes donde han fa- llecido, como también que hayan de expresar en las relaciones que envían los parajes y sitios de cada misión, los pueblos formados en ella, el número y naturaleza de sus habitadores, el tiempo en que se establecieron y los que se hallaren en estado de reducirse a doctrinas o curatos seculares; y hallándome yo, como por la presente me hallo, aunque indignamente, actual Prefecto de estas misiones capuchinas de dicha vuestra provincia de Venezuela, en cumplimiento de lo tan justamente ordenad-o' mandado por y. M., por no retardar la noti- cia que sobre los dichos puntos se me manda dar, lo hago por ésta en el mejor modo que me es posible, atentas las circunstancias de la precipitación con que hace viaje el navío de registro en que va esta relación, habiendo consultado antecedentemente todo lo que aquí se relaciona con los RR. PP. Conjúdices, en conformidad de lo que para materias de importancia y mucha gravedad, como lo es la presente, se dispone, ordena y manda en nuestras constituciones y leyes muni- cipales de Indias, aprobadas y corroboradas con cédula real de V.M. Y así digo: que los religiosos capuchinos misioneros vuestros que desde el año mil seiscientos y cincuenta y ocho hasta la presente, con licicia de V.M., han venido a reducir a la fe y mantener en ella a los indios gentiles de esta vuestra provincia han sido y son, con los doce últimos que acaban de llegar en el registro de Maracaibo, ciento, como parece de la matrícula que para en el archivo de misiones de esta provincia. De estos han fallecido cincuenta y dos en estas partes, y, si bien es verdad que por ahora se me oculta la noticia cierta de los parajes donde todos los dichos han fallecido, sé por relaciones manus- critas que algunos de ellos murieron violentamente a diligencias de los mismos indios, como fueron: el Padre Fray Miguel de Madrid, en- venenado por los indios gayones en ocasión de estarlos pacificando en la jurisdicción de Barquisimeto. El Padre Fray Plácido de Belicena fue muerto en Paraima, cerca del río Pao, por los indios. El Padre Fray

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