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MISION DE LOS CAPUCHINOS EN LOS LLANOS DE CARACAS 391 hizo a Don Martín de Lardizábal sobre este asunto, siendo la prueba el que no había dado cumplimiento a la citada real cédula, ni tampoco vos hasta entonces, sin embargo de que había más de ocho años que estabais en ese gobierno; por todo lo cual no podía dejar de hacer presente, para descargo de su conciencia, que no se hallaban los indios de las dos referidas misiones en estado de poder entregarse para po- nerlos en doctrinas, y que, si se ejecutaba, sería cierta su ruina por estar sus pueblos compuestos de diferentes naciones de indios más bárbaros unos que otros, los cuales se juntan por no multiplicar las poblaciones y embarazar las tierras de los españoles, y que de estos indios aún no están muchos bien convertidos ni reducidos a la vida racional y política por ser algunos de la tercera especia, que viven en los montes como brutos, y a los cuales les entra con más dificultad la doctrina y enseñanza, en la cual trabajan incesantemente los reli- giosos y de cuya dirección han quedado satisfechos los obispos de esa diócesis en las visitas que han hecho de sus misiones, en las que han procedido con tanta legalidad, desinterés y celo del servicio de Dios, como se evidenciaba de habérseles desaprobado, por real cédula del año de 1726, la dejación que hicieron de las misiones de las villas de San Carlos y de Araure y de los tres pueblos de indios que estaban en su jurisdicción, aunque había hecho varias instancias para que se aprobase esta dejación al Padre Fray Salvador de Cádiz, siendo Pre- fecto de ellas; por lo que se expidió otra real cédula, con la misma fecha, por la que se mandó que no se persiguiese a los misioneros con calumnias ni imposturas ni que se intentase hacer novedades en los pueblos de su cargo, porque no abandonasen la cristiana empresa aue estaban destinados, a lo cual parecía se miraba ahora con pre- tender dar cumplimiento a la citada real cédula del año de 1733, que se había obtenido subrepticiamente y ocultado hasta ahora, no siendo ésta la recompensa que merecían los afanes y trabajos que habían padecido en el servicio de Dios y el mío; por cuyas razones añade este Reverendo Obispo que le pidieron me las hiciese presentes, y que, respecto de que tenía enviados visitadores a visitar su obispado, les mandase entrar y visitar las referidas misiones, y que, habiendo que- rido tratar con vos para poneros de acuerdo sobre la decisión de esta dependencia, os excusasteis a concurrir con él en vista de la menciona- da representación del Padre Prefecto de esas misiones, determinando darme cuenta de todo con pretexto de que ese prelado había procedido

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