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382 FUENTES PARA LA HISTORIA COLONIAL DE VENEZUELA II esmero y prontitud en las ocasiones y casos que han sido ocupados por los obispos y gobernadores de ella, como, entre otras, sucedió el año de 1732, en la pacificación que hicieron de los negros levantados en la costa y acaudillados del zambo Andresote, a quienes, no habiendo podido subyugar el gobernador de aquella provincia, que salió con mil y seiscientos hombres de armas, se consiguió pacificar, reducirlos y extraerlos de los montes por sola la predicación de los misioneros capuchinos. Y esto mismo practicaron el año de 1734 con los indios apóstatas de nación gayones, que se huyeron a los montes, de los pueblos de San Juan Bautista de Duaca y Algaride, después de haber- los entregado al obispo y gobernador los misionarios, los que, con imponderable trabajo y no menos peligro, lograron obviar las muchas muertes y hostilidades que causaban en toda aquella comarca, consi- guiendo reducirlos al nuevo pueblo de Nuestra Señora de Guadalupe de Bobare, en el que hoy existen con la mayor quietud y cristiandad; y, por especial real cédula, también las fervorosas misiones en todas las ciudades, villas y lugares de aquella provincia, con grande edifi- cación, fruto y aprovechamiento de las almas, en especial servicio de Dios y obedecimiento de lo ordenado por reales cédulas, libradas la una en Zaragoza, a 31 de mayo de 1677, que se sobrecartó en el Buen Retiro, a 27 de abril de 1679, y la otra en Madrid a 5 de agosto de 1702; y en atención a que, hallándose hoy aquellas misiones con trece pueblos de indios de diversas naciones, entendiéndose en su total reducción por hallarse en los más de ellos algunos gentiles recién traídos de los montes, no obstante habérseles administrado en dichos pueblos el santo bautismo a más de doce mil indios entre párvulos y adultos, y no haber para la precisa asistencia de todos más que once religiosos, con los ancianos y enfermos, según todo consta así de lo que se ha dado cuenta a V.M. como de los autos, informaciones, matrículas y demás papeles que acompañan este memorial, se hace moralmente imposible sufragar con tan corto número así a la ense- ñanza y doctrina, que, siendo tan silvestres, necesitan los indios, como a la educación y reducción a una vida racional, sociable y política, conforme está mandado por repetidas reales cédulas, ni menos pueden continuar las anuales jornadas, porque, faltando los religiosos de los pueblos los cuatro o cinco meses que regularmente se gastan en buscar las limosnas y hacer las prevenciones de gente y bastimentos para las salidas, o se huyen o extravían los indios, según la experiencia, y lo

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