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MISION DE LOS CAPUCHINOS EN LOS LLANOS DE CARACAS 359 y siete, el R. P. Fray Miguel de Vélez, diez y seis; que todos hacen bautizados: trescientos y ochenta, entre párvulos y adultos; los difun- tos, así párvulos como adultos, doscientos y ochenta y cuatro; los que han sido casados, según dispone el Ritual Romano, noventa y ocho, por dichos RR. PP. Presidentes, que hasta este presente año de cuaren- ta y cinco han existido; y los que actualmente permanecen en dicha misión son treinta y seis almas y diez todavía gentiles. Todo lo cual fiel y legalmente es sacado con orden expresa y precepto con que fui requerido de nuestro M. R. P. Fray Miguel de Olivares, Prefecto de todas las misiones, y para que conste cómo es sacada esta certificación conforme las partidas de dichos libros parroquiales, doy la presente, firmada en esta dicha misión de Nuestra Señora del Carmen de mi cargo, a tres días del mes de agosto del año de mil setecientos y cuarenta y cinco años. Fray Martín de Corella (firmado y rubricado) Certificamos Fray Martín de Corella, presidente de los dos pue- blos de San Francisco Javier y Nuestra Señora del Carmen, y Fray Mar- celino de San Vicente, predicadores y misionarios capuchinos cómo desde el tiempo que vino la Real Compañía Guipuzcoana a esta ciudad de San Felipe hemos tenido con los factores y los de su familia unión y concordia entre ellos y nosotros, como lo muestran las accio- nes, pues desde que vinieron han llevado la llave, el Jueves Santo, d&. Sagrario de esta iglesia, y, cuando el tumulto de San Felipe, no tuvo el factor confianza de otros para que le guardaran el dinero que había en dicha Compañía y lo remitió a esta misión de San Francisco Javier para que se lo guardásemos, como se ejecutó hasta que se sosegó dicho tumulto, y entonces lo volvió a llevar, como asimis- mo se les envió a los que quedaron en dicha factoría, a horas ocultas, carne para que tuviesen con qué mantenerse, y del mismo modo algu- nos oficiales de dicha Compañía que caían enfermos del trabajo de la pluma y que estaban tocados de héticos, los remitían a esta misión para que, descansando y asistiéndolos como les asistíamos, convalecían y se volvían; y en dicho tumulto hicimos cuanto pudimos para quietar- lo y me valí del alcalde de la Santa Hermandad yo Fray Martín de Corella, digo, Fray Marcelino de San Vicente, para que en mi nombre

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