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24 PUENTES PARA LA HISTORIA COLONIAL DE VENEZUELA el Reverendo Obispo le premió la desobediencia dándole el cargo de juez de diezmos de la villa del Pilar de Zaragoza, donde le tiene cura interino, quitándole al Prefecto dicho cargo que le tenía dado, y cumplió con la carta que presento original, faltando el Reverendo Obispo y Gobernador al cumplimiento de los dos decretos de V.M. y a Otras tres cédulas de 22 de septiembre de 89 y de 15 de junio de 92 y 23 de diciembre de 94, en que manda V. M. al Reverendo Obispo y Gobernador que remitan semejantes religiosos a España sin con- travenir a ello en manera alguna, todo lo cual sucedió el año de 90; el cual este año mostré a dicho Reverendo Obispo y Gobernador un papel, cuyo testimonio presento, en que todos los religiosos firman lo que él contiene para que lo remitiesen a España, y no lo pude con- seguir, y luego en otra ocasión dije al Reverendo Obispo y Goberna- dor, para descargo de mi conciencia, que dicho religioso, según sen- tían 'os religiosos cercanos que le trataban, que lo más de la luna no estaba capaz para administrar sacramentos, y les di noticia de un papel que me presentó dicha villa cuyo testimonio presento, y nada ha bastado para que lo remitan; y, prosiguiendo sus desórdenes, in- dujo a cuatro religiosos a que me negasen la obediencia, como consta de la fe jurada de mi secretario que presento, y la carta de mi Padre Comisario general que presentó escrita a V.M., y el decreto que ha remitido a las misiones por varias partes, que también presento en orden a esto. Y constándoles todo al Reverendo Obispo y Gobernador y volviéndoles a pedir remitiesen a dicho religioso a España, y es- cribiesen a los cuatro que me habían negado la obediencia, se quieta- sen y se rindiesen a la obediencia de su Prelado, no lo pude conseguir, constándome que con cualquier demostración que hubieran hecho, bastaba para que se quietasen. Todo lo cual juro in verbo sacerdotis, tacto pectore sacerdotal¡, ser verdad. Todos los cuales daños se han seguido por dicho religioso, y, siendo causa el Reverendo Obispo y Gobernador que dicho religioso los cause por no dar cumplimiento a los decretos de V.M., se sigue que son las causas de todos los daños de las misiones; y, si hubiera de decir los motivos, fuera ofender los oídos de V.M. y causar horror. Sólo puedo decir que la provincia de Caracas está perdida en las costumbres; la causa no la diré por escrito, por ser cosa que parecerá mal, y de lo poco que favorecen a las misiones el Reverendo Obispo y Gobernador, puedo mostrar muchas cartas de los religiosos de dichas misiones, que en diferentes

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