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MISION DE LOS CAPUCHINOS EN LOS LLANOS DE CARACAS 343 aunque nuestros misioneros capuchinos de la Guayana le significaron el empeño en que se ponía, no sólo por no venir con despachos de nuestro rey católico, cuanto por ser aquellos indios tan bárbaros, que no se podían reducir sino a fuerza de dádivas continuas, respondió el mencionado obispo que aquello militaría con los religiosos que eran pobres y no tenían con qué gratificar los indios: que él venía con bastante caudal de su patrimonio para este fin, etc. Y, con efecto, entró en el Orinoco con tres embarcaciones cargadas de efectos para los indios; dejáronselo allí sólo con sus familiares, y el fin que tuvo fue que, a pocos meses de estar con los indios caribes entendiendo en su reducción y gratificándolos, habiéndosele acabado cuanto había traído y no teniendo que dar a los indios, le quitaron a él y a sus fami- liares la vida los caribes, en premio y pago de lo que había trabajado con ellos en gratificarlos. 161.—Por otros innumerables casos que a semejanza de éste han sucedido en nuestras misiones, y estar apuntados algunos en el prime- ro y segundo estado de estas misiones, se determinó que los indios se poblasen al abrigo de los españoles y cubiertos con los pueblos de éstos para mantenerlos en sus fugas y levantamientos; y, para no aumen- tar poblaciones de españoles, que se fundasen en los valles de Barqui- simeto, en donde hay montañas desiertas y fecundas, en donde no hay ríos navegables por donde ellos en sus canoas ejecutan sus fugas, además que la distancia les imposibilita. 162.—Y sobre el supuesto y base fundamental de nuestro desin- terés, y que los misioneros que abandonaron sus patrias, sus parien- tes y la quietud y sosiego de sus conventos, sujetándose a padecer ls imponderables trabajos y riesgos de la vida que quedan ya expre. sos, sin más fin ni interés que el desnudo servicio de Dios y del rey nuestro señor en la conversión de las almas de los gentiles y conser- vación en la fe que han recibido, descargando Su Majestad Católica como descarga su real conciencia en la nuestra, no habíamos de querer gravarla con la omisión de mantenernos en los pueblos de indios de misión, que hoy a nuestro cargo tenemos, si no fuese mirando al único fin a que aspira el católico cuanto piadoso celo del rey nuestro señor, que es la conversión de aquellas almas y su conservación en la fe que han recibido. Pues, teniendo como tenemos presente, que los pueblos que por tiempo hemos resignado al Ordinario, según queda ya expresado latamente en el número 13 de esta relación, no sólo no han contribuido a Su Majestad los tributos que tan de justicia deben

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