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MISION DE LOS CAPUCHINOS EN LOS LLANOS DE CARACAS 341 constar auténticamente de autos, y sólo lo que consta es lo que se expresa. 157 .—El desinterés que los misioneros han tenido en su apostó- lico ministerio es muy notorio, y se justificará con toda la provincia. Desde que se fundaron estas misiones hasta el año noventa, consta no haberse hecho costo alguno a la real hacienda sino solamente el de conducir algunos religiosos al puerto de La Guaira, y a muchos los han traído de limosna los capitanes de los bajeles, como consta de los despachos de la Casa de la Contratación. Así se hallará en una real cédula de su Majestad, que está al folio 2 del Testimonio. Desde el año de 1690, queriendo Su Majestad con larga, piadosa y liberal mano socorrer anualmente a cada religioso con la congrua de ciento y cincuenta pesos, se puso por los misioneros COtO y término a su liberalidad, contentándose con sólo cincuenta pesos anuales, que fue lo que discurrieron los religiosos suficiente para su vestuario, harina, aceite, cera y vino para celebrar; lo que se enviaba en su especie en los registros que venían a esta provincia, lo que duró hasta el año de 1699, en que se hizo la última remisión. Después mandó Su Majestad por su real cédula, fecha en Lerma a 18 de diciembre de 1721, se pagase en las reales cajas de Caracas lo que se debía a los religiosos desde el año de 1705, a razón de cincuenta pesos cada año a cada religioso, cuya cantidad aplicaron dichos misioneros, cediendo cada uno lo que le tocaba, para el ornato de las iglesias y para los gastos tan considerables que se hacen en las entradas a la reducción de los indios y en la manutención de los reducidos, herramientas, vestuario, curación de sus enfermedades, etc., como todo consta de las cuentas d1os respectivos Prefectos de estas misiones. Esta limosna duró hasta el año de 1730, pues, aunque Su Majestad, que Dios guarde, a instancia y consulta del excelentísimo señor gobernador presente, mandó en su real cédula, su fecha en El Pardo a 4 de marzo de 1739, se nos satisficiesen dichos cincuenta pesos, hasta ahora no se han pagado. Por esto y por lo que contiene la citada cédula, se vendrá en conocimiento de nuestro desinterés, sin embargo de las urgencias tan grandes que padecen las misiones, sus indios y operarios. Y, habien- do faltado este socorro, como también el de las limosnas que nos hacían para estas expediciones los fieles españoles, por la suma corte- dad y miseria en que hoy se halla constituida esta provincia, no nos viene a quedar otro refugio, asilo y amparo que el de la misión de San Javier y la corta arboleda de cacao que en ella plantó, para

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