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ISION DE LOS CAPUCHINOS EN LOS LLANOS DE CARACAS 23 tante, como se quitara el inconveniente de que los corregidores que les ponen los gobernadores, no les cobrarán más de lo que V.M. manda, ya hubiéramos permitido en que empezaran a pagar algo, que, como Dios nos asiste para lo uno, nos asistirá para lo otro; pero, si a los miserables los desuellan con sus tiranías, porque los han desollado los gobernadores a ellos, de que puedo informar a y. M. mucho del presente gobernador y es público y notorio, cómo lo hemos de per- mitir si por esto se han de huir los indios. Supongo lo sexto que, aunque los indios se los demos a los es- pañoles de las villas y circunvecinos para trabajar, nunca o rara vez les pagan su trabajo sino en carne, la cual cobran el sábado que es cuando se mata, y, aunque hayan servido toda la semana, les es preciso comérsela toda aquella noche porque no les podemos dar toda la sal necesaria para salarla, por costar catorce o quince pesos una fanega, y, si les dan alguna vez algún lienzo, se lo dan por precios tan subidos que nunca se les luce su trabajo a los miserables indios, y si los religiosos sacan la cara, se vuelve todo el mundo contra ellos desacreditándolos, en que se padece más que con los indios. Supongo lo séptimo, que desde el principio que se fundaron estas misiones empezó el demonio a hacer guerra a los misioneros, indu- ciendo a aquellos en quien S.M. descarga su conciencia para que hiciesen contra ellos informes siniestros al Real Consejo de las Indias y al Nuncio Apostólico, como consta de la cédula de 28 de octubre de 1662 años, y de la vida impresa en esta corte de año 98, del Vene- rable Padre Fray José de Carbantes, en el capítulo 11 y 12 del se- gundo libro, lo cual mostraré si fuera necesario. Supongo lo octavo, que hasta el año de 92 consta de varias cé- dulas de S. M. de los felices progresos y trabajo incesante de los re- liigosos de estas misiones en el cultivo de los indios y aumento de las conversiones, como mostraré siendo necesario. Esto supuesto digo: en las misiones hay un religioso que se llama Fray Manuel de Alesón, el cual por V . M. está mandado venir a Es- paña por dos decretos y por otros dos de los Comisarios generales, los cuales presenté al Reverendo Obispo y Gobernador por orden del Prefecto, mi antecesor, y los leyeron de verbo ad verbuin, para lo cual les escribió el Padre Prefecto y demás religiosos, COifiO Consta de las cartas originales que me escribieron el Prefecto y Viceprefecto, que presento originales, y no sólo no le cambiaron a España sino que

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