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MISION DE LOS CAPUCHINOS EN LOS LLANOS DE CARACAS 329 despachó al Padre Fray Ildefonso de Zaragoza, quien, habiendo re- presentado en el Real Consejo de Indias lo que convino, fue Su Ma- jestad servido revocar, derogar y anular lo mandado en la real cédula del dicho año de 1689, como parece de las reales cédulas despachadas en Madrid, una y otra en 15 de junio de 1692, y estén desde el folio 11 hasta el 16, y se corrobora con otra real cédula despachada en Madrid en 17 de agosto de dicho año, y está al folio 219. De estos autos, que son crecidos, se hace relación en el principio de este ma- nifiesto, al número 21, y conviene tenerlos muy presentes. 137.—El año de 1714 se hicieron también a Su Majestad infor- mes muy siniestros contra los misioneros por algunos vecinos de la villa de San Carlos, especialmente por Bartolomé Gutiérrez y Esteban Moreno, con el fin de expulsarlos de la villa de San Carlos y de las misiones inmediatas, en pago y premio de lo mucho que los misio- neros habían trabajado para fundar dicha villa y misiones inmediatas y sacarles tantas cédulas de privilegios que gozan sus vecinos y cons- tan de los autos de la fundación de dicha villa, ya citados. Los car- gos y calumnias que ante Su Majestad, que Dios guarde, nos impu- sieron, consta de lo que expresa la. real cédula que esté a la vuelta del folio 16, despachada en Buen Retiro a 21 de marzo de 1715. Estos mismos cargos hicieron al obispo de esta diócesis, que lo era el señor Don Fray Francisco del Rincón, quien, habiendo pasado a la visita y explorado con maduro acuerdo la falsedad de dichos cargos y calum- nias, informó de oficio a Su Majestad, que Dios guarde, en cuya virtud se sirvió expedir y despachar la real cédula que está al folio 2, mandando al gobernador de esta provincia procediese contra los C dichos; y por otra real cédula, despachada al Prefecto, la que está al folio 20, quedan desvanecidos los cargos fechos en la cédula ante- cedente. 138.—Y aunque no es de nuestro cargo las tribulaciones que han padecido las demás misiones nuestras de Capuchinos de otras provin- cias, ni los siniestros informes que contra sus operarios se han hecho, no obstante sólo pondré un caso de nuestras misiones de Capuchinos de la Trinidad y Guayana, para prueba del tiempo, espera y madurez con que se debe proceder para cualquier novedad que se intente, máxime en materia de misiones de indios y reducciones; y también para que se conozca que las novedades que se intentan, por paliadas

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