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22 FUENTES PARA LA HISTORIA COLONIAL DE VENEZUELA de las misiones se fundó más arriba y se fueron, que consta de cé- dula de S.M.; en el río del Tinaco se fundó otro pueblo y en el de \ Tirgua otro, cuatro leguas más abajo de la villa de San Carlos, Tucuragua, Camaguán, Orituco, que todos son veinte y dos, y he es- tado casi en todos los sitios de dichos pueblos y de los más daré ins- trumentos, si fuera necesario. Los costos de hacer estos pueblos ni un real le ha costado a S.M., sino que los misionarios los han hecho ayudándoles Dios y la mucha caridad y devoción de los españoles de aquella provincia. Supongo lo tercero, que los indios que se han poblado en dichas misiones pasan de treinta mil, según muchas veces lo he oído al Padre Fray Pedro de Berja, que está en dichas misiones desde que se fun- daron, y al Padre Fray Gabriel de Sanlúcar, que ha veinte y ocho años que asiste en ellas, lo cual puedo afirmar con juramento, y se deduce de cédulas e informes jurídicos que paran en el Consejo. Supongo lo cuarto, que, antes que se fundaran dichas misiones, no se podía pasar desde la ciudad de Valencia para adelante sin escol- ta, por los muchos indios bravos, que muchas veces se experimentaban desgracias y por los muchos animales nocivos, y con las misiones se ha dilatado la provincia más de ciento y cincuenta leguas, que con seguridad se puede andar y está poblada de los principales hatos de ganados y muchos vecinos. Supongo lo quinto, que, aunque hasta ahora los indios de la misión no le han contribuido a S.M. con ningún tributo, pero le han servido mucho, pues en cada jornada que se ha hecho a los llanos a sacar indios con escoltas, que pasan de diez y ocho, en cada una solían ir cerca de cincuenta indios con los vecinos de la villa a es- coltar a los Padres, los cuales llevaban el peso de la jornada, en cada una se tarda cuatro meses, pues ellos con sus pescas y cazas sustentan los indios que se cogían y aun a los españoles gran parte, y ellos, como prácticos, cuando huían los indios que se descubrían, los iban siguiendo con gran riesgo, y para cada jornada hacían lo que menos diez o doce canoas o embarcaciones para el matalotaje, y de todo esto ningún premio tenían más de el darlos nosotros de comer y herra- mientas y servir a V. M., y a más de esto, cuando salía de los llanos algún pueblo, aquellos primeros años han ayudado con lo que han podido mantenerlos, que, cotejado este servicio con lo que S.M. cobra a los otros de la provincia, dudo yo que no exceda. Y no obs-

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