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MISION DE LOS CAPUCHINOS EN LOS LLANOS DE CARACAS 325 nuestro señor. De estos obispos han sido en nuestros tiempos el Se- ñor Don Francisco del Rincón, el Señor Doctor Don Juan José Esca- lona y el Señor Doctor Don José Félix Valverde. Y de los goberna- dores han sido Don Marcos de Castro, Don Francisco de Cañas y Don Diego Portales, de cuyos informes que hicieron a Su Majestad en sus respectivos tiempos, se podrá venir en conocimiento de lo afianzado que estaban en el incesante trabajo, desvelo y cuidado que - tenían los religiosos misioneros capuchinos en el cumplimiento de su obligación. Esto mismo hubiera sucedido a los demás ministros que han gobernador esta provincia, si, como los referidos, la hubieran vi- sitado e inspeccionado nuestras misiones, nuestros trabajos y la na- turaleza tan extraña de los indios que reducimos y poblamos, y las miserias, trabajos, penurias y desconsuelos que padecen los pobres misioneros; y, cuando no lo pudiesen haber personalmente ejecutado, hubiesen a lo menos despachado o dado su comisión a persona te- merosa de Dios, de buena conciencia y celosa del servicio de ambas majestades, para que pudieran visitar las misiones e imponerse en el estado de ellas y naturaleza de sus indios, para dar cuenta a un gobernador, y éste, con más acierto, adicionar lo que juzgase más conveniente al servicio de Dios y del rey nuestro señor, con citación del Prefecto a quien se debía hacer y oir de derecho natural y divino, sin dar oído ni dejarse llevar de siniestros informes y falsas calum- nias de personas poco temerosas de Dios, que, insistidas del demonio y por los fines particulares de sus propios intereses, que quedan ya expresados, tiran a destruir las misiones y a perder las almas de los merables indios, redimidas a tan costoso precio como lo fueron las suyas, perdiéndose y malográndose lo que tantos afanes, sudores y aun sangre ha costado a los misioneros, y frustrándose el fin piadoso, católico y cristiano para que el rey nuestro señor los envía a aquellas regiones y contraviniendo a tantas leyes y repetidas reales cédulas en que encomienda que por todos los medios se solicite la conversión, reducción y conservación de los indios y que sean protegidos, ampa- rados y defendidos, significando con su real, católico y cristiano celo, que su vivo afecto es que por todos los medios que se pudiera, se so- licite ¡a conversión y enseñanza de los indios por el bien espiritual que se les sigue y el mayor servicio de nuestro Señor, que es mi único fin y una de mis mayores obligaciones. Así lo expresa Su Majestad con

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