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324 FUENTES PARA LA HISTORIA COLONIAL DE VENEZUELA animan illius serva; pero a los pobres misioneros nada se reserva, pues, además de los trabajos, aflicciones y congojas que padecen en la re- ducción, conservación y manutención de los indios, les tocan a lo más vivo del alma, que es la honra, afligiéndoles de ordinario con ca- lumnias e imposturas falsas, ya para con los señores obispos y gober- nadores, y ya para con el rey nuestro señor en su Supremo Consejo de las Indias. Pero hasta ci presente hemos tenido el consuelo que, aunque Dios ha permitido que por algún corto tiempo hayamos pade- cido estas mayores tribulaciones, nos ha sacado de ellas con mayor honra, volviendo por nosotros, por la verdad, por la inocencia y por el apostólico ministerio, si bien es verdad ha logrado el intermedio de la tribulación el demonio para su mayor cosecha, pues, como es de derecho natural y divino la defensa propia, máxime de la honra; Cura de bono nomine, ocupados los religiosos en ésta, ha sido pre- ciso faltar en parte al cumplimiento de su ministerio, cuyos progre- sos se atrasan, ya por el desmayo que causa a los operarios el verse difamados, y ya porque, descaeciendo por las calumnias en el con- cepto de los indios y españoles, no hace en ellos tanto fruto su doctrina, y ya también por ocupar el tiempo en una cosa tan precisa. 130.—Las persecuciones y calumnias que hemos padecido en estas misiones para con los señores obispos y gobernadores, han sido muchas, y todas han nacido y sido impuestas de algunos malos cris- tianos que viven en estas regiones como unos ateístas y heliogábalos, ya porque se dan por ofendidos de que se reprendan los vicios con quienes se hallan tan casados, pues, como dice Cristo: Qui male agit, odit lucem, y ya porque defendemos los indios, a quienes ellos qui- sieran tener peor que esclavos, usurpándoles sus sudores y trabajos y quitarles las tierras que el rey nuestro señor les da y concede a cada pueblo. Y ésta es la causa, por el común, más principal de la perse cución de los misioneros, como se verá después. Está bastantemente ejecutoriado por autos que cuantos obispos y gobernadores han vi- sitado estas provincias, como es de su obligación, y visto nuestras misiones, han quedado tan edificados y satisfechos de nuestra buena conducta y cumplimiento de nuestra obligación y ministerio, que, sin embargo de estar antes que visitasen las misiones muy mal informa- dos contra los misioneros, desengañados después por vista de ojos, depusieron el concepto errado en que estaban y les debimos después las mayores atenciones e informes favorables que hicieron al rey f

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