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MISION DE LOS CAPUCHINOS EN LOS LLANOS DE CARACAS 323 doles la doctrina cristiana y explicándosela para que puedan enten- derla, según sus cortos talentos y capacidad pudiere alcanzar. Todos estos trabajos, y otros que omito, tiene el misionero que padecer muchos años, o, por mejor decir, de por vida, porque, como son tan rústicos y tan inhábiles los indios de esta provincia, se pasan muchos años primero que llegan a habilitarse en la vida política y sociable, pues, en una sola palabra, es necesario primero enseñarlos a ser hom- bres racionales, pues, según su torpeza, no lo parecen, y así dudaron con graves fundamentos los primeros españoles conquistadores si lo eran, pues los tenían por salvajes por no ver en ellos señal alguna de racionalidad; y así están muy mal fundados los que juzgan que estos indios se pueden convertir a la fe, como los chinos, japoneses o etío- pes, pues como en estos hay idolatrías, es fácil encarminarlos de la adoración falsa de sus ídolos a la verdadera y al conocimiento de Dios, de su ley, de lo eterno, etc., como sucedió también en estas Indias con los indios del Perú y de la Nueva España, que en poco tiempo se convirtieron, no millares, sino es millones de indios, como se ve en el Teatro Mejicano, pues, como tenían sus templos e ídolos, fácilmente los redujeron los misioneros al conocimiento y adoración del verdadero Dios. Pero en estos indios de la tercera clase y en especial los de estos llanos, que viven more poecudum, que no tan sólo no tienen ídolos ni adoración alguna, falsa ni verdadera, ni luz de lo eterno, ni cono- cimiento de ley alguna, ni aun de la natural, que se hace increíble a todo teólogo si no lo experimentara, no hay modo para persuadirlos y reducirlos a la fe, si no es enseñándolos primero a ser racionales; y co aun esta racionalidad es tan opuesta a la natural libertad con que se han criado y a sus propiedades bestiales, es necesario que su resolución empiece primero en ellos por la fuerza que los constriña a vivir según el derecho natural de las gentes, pues sólo de estos indios parece que se puede entender lo que dijo aquel gentil Aris- tóteles: Homines qui belluinas pro pie/ates ha be nt, tan quam belleva capiendi suni. 129.—A los trabajos que quedan expresados, que mirados con reflexión son insoportables, se agregan los más dolorosos y sensibles que llegan a lo más vivo del alma. Al demonio le dio Dios licencia para que afligiese a Job y lo llenase de trabajos, dolores y angustias, mas con la condición que no le tocase al alma o a la vida: Veruniamen

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