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284 FUENTES PARA LA HISTORIA COLONIAL DE VENEZUELA aperaban y surtían de las hachas, machetes, cuchillos, calabozos y otros hierros e instrumentos que ellos apetecen, y los religiosos les daban por tenerlos gratos y contentos. Siendo este interés el único fin que les movía a reducirse y poblarse y así que lo conseguían, se vol- vían a sus tierras, dejándose sólo al religioso por buen convenio cuando por pusilanimidad no quitaban la vida en premio de lo que se les había dado. 26.—En este tiempo por los términos y jurisdicción de Guana- re, jurisdicción de esta provincia, entró apostólicamente el Padre Fray Juan de Triguero sin escolta alguna, y redujo muchos indios de nación guamos y dazaros, los que a poco tiempo de poblados se volvieron a huir; y haciendo otra entrada con indios prácticos para buscarlos, y habiendo encontrado sobre el río de Guanare una ranchería de indios haciendo éstos gran gritería, se fueron huyendo éstos río abajo, y, porque no se espantasen, se quedó este religioso esperando en la orilla del río y envió a un indio intérprete y de la misma nación, para que les dijese a los indios del monte que lo esperasen; y viendo que tar daba el indio intéprete, le fueron siguiendo por las huellas y a cosa de media legua de distancia lo hallaron muerto a flechazos y lanzadas, que le dieron los mismos indios gentiles del monte, que iban huyen- do; por cuya causa, viendo este religioso cerradas por aquellos países las puertas para la reducción, se volvía para la misión de Tucuragua y en el camino le hallaron muerto a las orillas del río de Guanare, quedando en opiniones si se ahogó por sí en el río, o si los indios fugitivos, que por allí estaban, lo ahogaron. 27.—Con este suceso y con el de la muerte que dieron los indios en Paraima al Padre Fray Plácido de Belicena, y con la que intenta- ron dar al Padre Fray Pedro de Berja, y con las repetidas fugas que hicieron y hacían los indios ya poblados, trabajaban ya en vano los religiosos misioneros en hacer entradas para su reducción, porque o los querían matar o huían de ellos, acusándoles su mala conciencia y su inestabilidad. Por cuya razón, viendo los religiosos cerradas las puertas y caminos para poder entrar a reducirlos apostólicamente, se retiraron al pueblo de Tucuragus, que era muy cuantioso y poblado de muchos indios, quedándose el Padre Fray Pedro de Berja con los indios que le habían quedado en el pueblo del Pao, que serían como quinientos de ambos sexos, y considerando el desamparo con que se hallaban en aquellos desiertos, que por entonces lo eran, la inestabili-

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