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MISION DE LOS CAPUCHINOS EN LOS LLANOS DE CARACAS 283 muy presentes, los que no se remiten de nuevo ahora, porque no hay medios para pagar su compulsa, pues el uno tiene 240 hojas y el otro 349. 22.—En este mismo tiempo, habiéndosele huido al Padre Fray Pedro de Berja muchos de los indios que tenía reducidos, solicitó hacer otra entrada, que hizo apostólicamente con solo cuatro indios lenguaraces o intérpretes; Y. habiendo dado con más de sesenta canoas en las que habría cerca de mil indios, lo quisieron matar y Dios lo libró milagrosamente y consiguió el reducirlos y traerlos a poblar a tierras altas del Pao; y después de haber gastado con ellos mucho en su manutención, se le fueron huyendo poco a poco en parcialidades, perdiéndose todo cuanto había trabajado. 23.—Por el año de 1670, volvió a entrar a los Llanos el Padre Fray Diego de Marchena apostólicamente, y logró el reducir y sacar como doscientos y ochenta indios de ambos sexos, con los que erigió y fundó otro nuevo pueblo sobre el río del Pao, en el sitio que lla- man las Cocuisas, cerca del hato que era de Don Manuel de Tobar, y después de lo que dicho padre gastó con ellos en su alimento, vestua- rio, etc., se le huyeron dentro de pocos meses. 24.—Después volvió a entrar este religioso al río de la Portu- guesa, de donde sacó también cantidad de indios, cuyo número no consta, y, habiéndolos poblado en el sitio de Tucuragua, se le huye- ron también. 25.—En esta conformidad y por este mismo tiempo, hasta el año de 1676, estuvieron los religiosos misioneros haciendo repetidas eradas a la reducción de los indios gentiles, de los que sacaron mu- cho's, poblaron, mantuvieron y vistieron con gran trabajo de las li- mosnas que les daban los fieles. Pero como quiera que las tierras en que los poblaban, no estaban cubiertas de españoles, que los pudiesen sujetar, y estos indios eran tan bárbaros, incapaces, ociosos y tan aman- tes de la libertad, y que el principal fin que les movía y les mueve a su reducción, no es la fe de Jesucristo, pues no le conocen, ni apren- den nada de lo eterno, lo que hasta ahora se experimenta con harto dolor, hasta entre los indios reducidos desde el principio de las con- quistas en esta provincia, por ser de la tercera clase ya explicada en los principios, con la misma facilidad que se reducían y poblaban con los misioneros, con esta misma se volvían a sus querencias y a vivir en su acostumbrada libertad y ociosidad en los montes, luego que se

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