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282 FUENTES PARA LA HISTORIA COLONIAL DE VENEZUELA ñores de Caracas, vest'idolos y dádoles herramientas, se quisieron huir a los montes y volverse a su libertad, y, amonestándoles el expresado Fray Plácido que no huyesen y dejasen la fe, que él los mantendría y sustentaría de todo lo necesario, enfureciéndose dichos indios, fueron a sus casas y vinieron armados con flechas, lanzas y machetes que el mismo religioso misionero les había dado, y dentro de la misma igle- sia le mataron a flechazos y a lanzadas, y, después de muerto, lo lle- varon arrastrando para arrojarlo al río, y, habiéndolo hecho Dios in- móvil, no pudieron pasar adelante y se dejaron el cuerpo en el mon- te; y al cabo de tres días, domingo de Pentecostés, habiendo ido de los hatos inmediatos para oir misa en el pueblo, lo hallaron desierto y la iglesia profanada, y salieron tres indiecitos huérfanos que se habían quedado escondidos y refirieron lo sucedido. Anduvieron buscando el cadáver algunas horas para darle sepultura y, no hallándolo, vieron un animal manso llamado chigüire que el Padre difuto había criado, el que iba y volvía muchas veces de la casa al monte, y siguiendo a este animal, los llevó adonde estaba el cadáver todo despedazado y traspa- sado de flechas y lanzas y corriendo del cuerpo y sus heridas la sangre tan fresca y reciente como si lo acabaran de matar, sin el menor aso- mo ni señal de corrupción, sólo las barbas que tenía quemadas a fuego según pareció. Y, cogiendo el cuerpo en una canoa, lo llevaron río arriba al pueblo que doctrinaba el Padre Fray Pedro de Berja, quien le dio en él sepultura. Todo lo referido hasta aquí y lo que se sigue consta de las informaciones que se hicieron por mandado del gobernador que entonces era de esta provincia, Don Diego de Melo Maldonado, fechas por julio y septiembre del año de 1685, que estén arrimadas a los autos de la fundación de la villa de San Carlos, y en testimonio para en nuestro archivo. Y también consta de otras infor- maciones hechas por mandado del señor marqués del Casal, goberna- dor y capitán general de esta provincia, y se hicieron unas en Cara- cas y otras en la villa de San Carlos de mandato de dicho señor go- bernador por los meses de agosto y septiembre de 1690, cuyo testimo- nio, autorizado en pública forma, se guarda en nuestro archivo; y otro testimonio de estas informaciones y de otras diligencias que motiva- ron las dos cédulas que se sirvió despachar Su Majestad en Madrid, a 15 de junio de 1692, y estén al folio 10 y 11, tiene de parar en la Secretaría de Indias o en el archivo del Reverendo Padre Procurador general de las misiones. Y conviene tener estos autos y su contenido

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