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272 FUENTES PARA LA HISTORIA COLONIAL DE VENEZUELA truirlos y catequizarlos, no siendo posible el que los ministros puedan naturalmente aprender tanta variedad de idiomas, y hacerlo por intér- pretes, fuera de ocasionar muchos errores e inconvenientes, que la ex- periencia nos ha enseñado es moralmente imposible, pues, siendo es- tas naciones tan bárbaras, no se encuentra ni hasta ahora se han en- contrado términos ni voces que adecúen para darles a entender y Co- nocer aun los misterios que son necesarios necessitate medii para su salvación. Y si esto se hace por medio de símiles además de que su capa- cidad es tan corta y limitada, conciben muchos errores que los ponen de peor condición, y como quiera que sus talentos son tan cortos y ellos tan brutales, todos los indios que cogemos adultos, ninguno ab- solutamente llega a poder aprender la lengua española; y aun para bautizarlos y disponerlos "in artículo mortis", tenemos mucho que suplir, siendo así que todos los días dos veces, a tarde y mañana, se les da doctrina, se les explica y se les instruye en modo posible. Los que se cogen y vienen párvulos, luego se bautizan y se les va enseñan- do la lengua española e instruyendo en los misterios de la fe, y ha- ciendo que ellos vayan en su idioma diciendo lo mismo a los adultos; pero aquí se tropieza cada día en los inconvenientes y errores que lle- vo dicho, pues jamás concuerdan los unos con los otros; y hasta uno mismo de los intépretes varía cada día en lo que dice, y, preguntando a otro ladino con los mismos términos lo que aquello quiere decir, hallamos que es un error intolerable, y a veces una formal herejía. 8.—Además del referido trabajo, en lo que mira al bien espiri- tual de estos indios en su catequización y doctrinas, se sigue el mayor en lo que mira a su conservación y población, y singularmente en su manutención; pues, siendo tan inhábiles, tan flojos y nada aplicados para el trabajo, en hacer sus casas o chozas para su vivienda, en cul- tivar la tierra para mantenerse y poderse vestir, pues salen desnudos con su arco y flecha solamente, se pasan algunos, no meses, sino años; pues, en queriendo apurarles un poco el religioso al trabajo con el celo de su manutención, ansiosos de su libertad y vida ociosa, se vuelven otra vez al monte y gentilismo, perdiendo todo lo trabajado en su reducción, y quedando ellos de peor condición que otros. Y todo este tiempo o años que se mantienen estos indios o en el pue- blo nuevo que formaron, o en el que ya formado se agregaron, carga sobre el pobre misionero, a cuyo cargo está la carga tan insoportable de haberlos de mantener, vestir, curar sus enfermedades, etc., siendo

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