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MJSION DE LOS CAPUCHINOS EN LOS LLANOS DE CARACAS 221 : de los santos sacramentos, por dejarnos sin el socorro de los precisos sacerdotes. Cuyo desamparo no merece el celo y pundonor con que los antiguos y presentes religiosos han sacrificado aun más que sus vidas contra lo que dicta el derecho natural, por no desamparar, como buenos soldados, el puesto, hasta morir en él. Previendo todo esto el Reverendo Padre Fray José de Cádiz y recelándose de lo que está pasando, para que a lo menos en sus enfermedades tuviese el misione- ro algún consuelo y asistencia, la que es incapaz conseguir de los indios por su barbaridad, como también para contener a éstos en sus fugas, suplicó a S. M. el año de veinte y dos permitiese que en los pue- blos de indios hubiese algunas familias de españoles, y el rey nuestro señor, en su real cédula, su fecha en Buen Retiro a veinte de agosto de mil setecientos veinte y cuatro, se deniega a esta súplica diciendo: que no debiendo vivir españoles ni mestizos dentro de los pueblos de indios ni en sus resguardos, que es la legua a cuatro vientos, cesa el motivo de la pretensión, etc. Y, últimamente, el año de treinta y seis, en el capítulo que se celebró en Cojede, el día diez de febrero, tenién- dose presente así la falta tan grande que experimentamos de operarios como la miseria, desamparo y desconsuelo que padecían los religiosos enfermos, después de haber gastado su salud en servicio de ambas Majestades y de la Religión, se propuso en junta capitular que, respec- to de haberse pretendido por el Comisario general de las misiones, nuestro R. Padre Fray Félix de Cabra, que se erigiese hospicio en esta provincia para albergue de los enfermos, y respecto de que S. M. había pedido informe al obispo de esta diócesis sobre las conveniencias o inconvenientes que habría y de qué medios se podría valer para la erción de dicho hospicio, etc., se informase por el obispo a S. M., como se hizo, y por mí a V. R., como lo practiqué con toda exten- sión, añadiendo las conveniencias de que aquí se resultaban para conser- vación de las misiones y mejor gobierno de ellas. Y para que dicho hos- picio se efectuase con mayor brevedad y facilidad, se arbitró en consi- deración de las urgencias de la monarquía, que por los efectos cono- cemos por acá, se cediese para los gastos de la fábrica la limosna que desde el año de treinta estaba concedida a los misioneros en las reales cajas de esta ciudad y no se había cobrado, cuya cantidad se juzgaba por suficiente para la fábrica del hospicio o compra de casa aparente para él. Y, habiendo cerca de tres años que se remitieron estos infor- mes e instrumentos, no ha habido resulta ni razón alguna, y las misio- nes se hallan ya en el último extremo de perderse.

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