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MISION DE LOS CAPUCHINOS EN LOS LLANOS DE CARACAS 165 dar toda buena correspondencia y amistad. Y más cuando éstos habían ya experimentado los agasajos que a otros sus compañeros les hizo el gobernador de esta provincia de Caracas, Don Diego Portales, cuya fama y noticia había ya cundido por todo el Orinoco y estaban ya muchos pueblos de indios gentiles, aun de los más rebeldes, dispues- tos para salir a poblarse en los términos y territorio de esta provincia y gobernación. Y habiendo visto éstos ahora lo ejecutado por los de la provincia de Cumaná y de la suerte que llevaron presos a sus compañeros, sin valerles el estar en esta jurisdicción, abominarán de la fe que profesa- mos y no saldrán más voluntariamente en busca de ella, pues, cuando estaban quietos, pacíficos y recibidos en el gremio de nuestra madre la iglesia y en el amparo de V.M., experimentaron, señor, de vuestros propios vasallos, los daños, hostilidades y vejaciones que no hubieran experimentado de los enemigos de nuestra santa fe y de vuestra real corona. Sin que para dicha acción tuviesen ni los religiosos Observantes de Cumaná ni los soldados de aquella gobernación derecho ni jurisdic- ción alguna que les pudiesen sufragar. Pues dado y no concedido, que algún derecho tuviesen, debieran primero haber exhortado y requerido al gobernador y al Reverendo Obispo de Caracas, o al Prefecto de estas misiones de Capuchinos, conforme más conviniese a su derecho, para que éste se les hiciese guardar, y, sin destruir los pueblos menciona- dos, quedasen éstos por quien se justificase ser el territorio, sin pasar a los términos tan inusitados de levantar gente y hacer con violencia lo gue ejecutaron, dejando toda la tierra inquieta, demolidos los pue- blo puestos los indios en armas y cerradas las puertas para la con- versión de los demás gentiles; y, ya que levantaron gente armada, pu- dieran haber dirigido las fuerzas para la conquista y reducción de tantos indios rebeldes como tienen en su territorio, dejando de em- plearlas en los humildes y rendidos que, fuera de estar en territo- rio extraño, estaban ya pacíficos, poblados y puestos bajo de la obe- diencia y amparo de V. M. Por lo cual y para atajar los innumerables daños que de la acción referida se pueden originar en lo venidero, paso con humilde rendi- miento a suplicar a V.M. que, teniendo presentes las leyes que se- mejante acción prohiben y con especialidad dos cédulas despachadas por V.M. al Prefecto de estas misiones de Capuchinos de Caracas,

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