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MISION DE LOS CAPUCHINOS EN LOS LLANOS DE CARACAS 125 reducción de los gentiles, lo prosiga y perfeccione el que le sucediere, sin variación alguna. Y que esto mismo se entienda con los Prefectos de las misiones, pues por los autos e información que por parte de estas misiones se tienen remitidos a S.M., que Dios guarde, sobre las dos misiones de Calabozo, Consta e1 atraso que padecieron las referi- das misiones por haberse contravenido, de parte de los alcaldes de Caracas del año pasado 1724, las providencias que el señor gober- nador Don Diego Portales tenía dadas para la conservación y aumento de las dichas misiones de Calabozo. Y por cuanto los indios gentiles que hay en la jurisdicción de esta provincia son muchos, y los misioneros tan pocos que apenas alcanza su número a conservar los pueblos de misiones que hoy tene- mos, conviene se suplique prontamente Su Majestad, que Dios guarde, se sirva de mandar a lo menos doce religiosos sacerdotes de la provin- cia de Capuchinos de Andalucía, pues tantos son precisos y necesa- rios, pues es de suponer que, respecto del excesivo trabajo que tienen los misioneros en los pueblos de misiones, en donde no tan sólo tienen que atender a la instrucción de los indios en lo espiritual, sino es también en lo temporal, enseñándoles la vida política y buscándoles los misioneros el sustento, vestuario, herramientas, etc., necesita cada pueblo de misión de dos religiosos hábiles, y siendo nueve los pueblos que hoy tenemos a nuestro cargo en esta provincia, deben ser diez y ocho los religiosos que en ellos han de estar precisamente ocu- pados. Y, habiéndose de ejecutar las entradas de reducción de los gentiles, como cada año se acostumbra, debe haber para este efecto, fuera de los referidos, otros cuatro religiosos desembarazados del go- brno y cuidados de pueblos, para que de estos cuatro se ocupen los dos en reclutar la gente necesaria de escoita, en solicitar los víveres y demás prevenciones necesarias y precisas para una entrada, en cuyas diligencias se gastan algunos meses y se trabaja no poco. Y los otros dos religiosos se ocupen en salir por los montes en busca de los indios gentiles y apóstatas. A que se junta el Prefecto, el cual, en el tiempo de su oficio, debe estar desembarazado del gobierno y cuidado de cualquier pueblo, para poder visitar las misiones y ocurrir con su presencia a donde instare la mayor necesidad. De donde se evidencia que los religiosos hábiles, sanos y robustos, que al presente deben existir en estas misiones, precisamente deben ser por todos veinte y tres. Y no siendo más que diez los misioneros que
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