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MISXON DE LOS CAPUCHINOS EN LOS LLANOS DE CARACAS 111 entonces religiosos prontos a quien mandar, por ser pocos y éstos ocu- pados cada uno en la administración de los demás pueblos de misiones, libré poder al licenciado Don Juan Cristóbal Jiménez, vecino de la ciudad de Barquisimeto y síndico de estas misiones, para que, como tal, pidiese el que se mandase a los oficiales que trabajaban en dicha obra se abstuviesen de ella, por ser dicha mudanza de pueblo en contraven- ción de una real ley de V.M. de la nueva recopilación de estas Indias. Y, aunque dicha ley habla con toda expresión sobre el caso, para mayor abundamiento remití a dicho mi apoderado un tanto o testimonio de una real cédula de V.M., autorizada por mí en el modo que acostum- bran los Prefectos remitirlas a los demás religiosos por falta de escri- banos y notarios públicos, pues no los hay dichos escribanos en toda la provincia más que en la ciudad de Caracas, distante de la de Bar- quisimeto más de cien leguas y pocas menos de la misión en que me hallaba, encargando a dicho síndico que, si hiciera fe el dicho instru- mento, lo presentase y de no, lo omitiese. De lo que resultó el auto adjunto, que V.M. mandará ver, en el que el dicho alcalde tan mali- ciosamente nos imputa a los misioneros capuchinos nos entrometemos en la jurisdicción real por un tal hecho que la necesidad y la urgencia del caso debía dispensar, y, cuando' ésta no dispensase, no debiera el dicho alcalde hacerse cargo de la poca fe que se debía dar al testimonio de la real cédula, teniendo ley que le prohibía mandar mudar el re- ferido pueblo. La cual ley, despreciando el dicho alcalde, mandó que el pueblo se mudase contra la voluntad de los indios, fomentando autos para esta mutación, sin parte legítima que la pidiese y sin embargo de la contradicción que por mí se hizo, para que el dicho pueblo no seudase. Y, aunque pedí testimonio de dichos autos, no se me qui- so dar negando por todas partes el recurso para poder obrar lo que les dicta su pasión. Y, viendo, señor, los atropellamientos que ocasionaba el religio- so del referido pueblo, con otras causas que contra el dicho resulta- ron, de cuya sumaria he remitido testimonio al Comisario general de estas misiones, pasé, con el parecer de los adjuntos, a removerle en ínterin del dicho pueblo, poniendo en su lugar por ahora a otro reli- gioso; y habiéndolo entendido los alcaldes de Barquisimeto, despa- charon al alcalde de la Hermandad, Simón López Barahona, con estré- pito de gente, para que me requiriese no mudase del dicho pueblo a Fray Nicolás de San Vicente, que era el religioso que allí asistía; y,

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