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90 PUENTES PARA LA HISTORIA COLONIAL DE VENEZUELA 1 en avisando al instante a la dicha villa, los cogerán con gran facili- dad por el mismo río o por tierra, porque de preciso los indios han de ir orillando el río a buscar el agua y la huella no puede faltar. 7?._ Lo que sí se ofrece representar a V.M., que Dios guarde con todo rendimiento toda esta misión, y a su Real Consejo de las Indias, es que dicha villa sea gobernada, mientras nosotros la tuvié- remos, con un teniente y capitán a guerra, como ya va representado en la petición que se me ha hecho a mí y a todos los Padres, sin que ningún gobernador, virrey, Audiencia o Cancillería puedan inmutar en otro modo de gobierno, y que sea en la forma que fueron funda- das en su principio la villa de San Carlos y la del Pilar de Zaragoza y que el teniente sea nombrado por el Prefecto para que el gober- nador le dé el título y jurisdicción en cualquier tiempo que sea, y asi- mismo la limosna que Vuestra Majestad, que Dios guarde, nos ha hecho siempre de los dos novenos, y cédula real al obispo para la nueva erección de iglesia de dicha villa, y que en ningún tiempo el obispo innove cosa alguna sin especial mandato de Vuestra Majestad, que Dios guarde, y que a los pobladores y fundadores de dicha villa se les den las tierras para sus labores, sitio de hato, casa y solares, como V.M., que Dios guarde, lo tiene mandado, así por sus leyes reales como en las fundaciones de las dos villas de que hacemos de- jación, y que si los vecinos que la habitaren fueren díscolos, dieren mal ejemplo o no fueren a propósito, el teniente con el Prefecto los puedan echar de dicha villa, o no admitir a ella el que supieren no es a propósito. 8?.—También, señor, en nombre de toda la misión represento a V.M., que Dios guarde, y a su Consejo Real de las Indias, que será muy del agrado de Dios y del real servicio de V.M., que Dios guarde, que el teniente de dicha villa que se ha de fundar, lo sea por el tiempo de su vida el capitán Don Ignacio Sanz Nodales, y que V.M., que Dios guarde, les señalase un corto salario en las arcas reales por premio de haber servido a Dios y a Vuestra Majestad, que Dios guarde, de capitán en todas las jornadas a costa de su caudal, por el gran celo que tiene en la salvación de las almas, pues, desde el tiempo de su padre, nos ha acompañado; hombte es de tan grandes aciertos y tanta fortuna, que jamás ha dejado de lograr la empresa, sin maltratar indio ninguno, y que, en saliendo dicho te-

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