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MISION DE LOS CAPUCHINOS EN LOS LLANOS DE CARACAS 599 familias de indios criollos, avecindados en esta población; item, más cuarenta y tres familias de indios gayones, que de orden del señor obispo y gobernador y del Muy R.P. Prefecto Fray Ambrosio de Baza, trajo aquí su corregidor Don Francisco Adam Granados, hasta tanto que se pudieran poblar en ci río de Cojede, habiendo religiosos para ello, y así es verdad; y también certifico cómo desde que este pueblo se fundó, por haberse fundado con indios de servicio personal, a quien 5. M., que Dios guarde, dio por libres por ser indios ladinos, ya desde luego se hicieron alcaldes, regidores, fiscales y un gobernador, y ellos todos los años eligen de ellos mismos alcaldes, regidores, fis- cales, y al gobernador lo eligió el corregidor y son al presente: go- bernador, Alonso Gayoán; alcaldes ordinarios de este presente año de noventa y ocho, Francisco Guanare, de los indios libres, Francisco de D., de los dazaros; alcalde de la Santa Hermandad, Blas Hernán- dez, y fiscal, Juan de Cuevas. Item, certifico que, habiendo visto el libro de los difuntos, hallé haberse enterrado en esta iglesia y cemen- terio, habiendo recibido los Santos Sacramentos, doscientas y once personas. Item, declaro que habiendo entrado este año de noventa y ocho a la jornada de orden de la R. P. Prefecto Fray Ambrosio de Baza, y llevando por capitán a Gaspar Hernández de Villegas, yendo por cabo y caudillo de cincuenta blancos, pardos y mestizos, y otros cincuenta indios de las misiones costeados de dichas misiones, y ha- biendo salido de la villa de San Carlos, nos fuimos a juntar a la boca del río Tibnados con otra escolta que de orden del mismo R. P. Prefecto sacó el Padre Fray Fulgencio de Sevilla, de la ciudad de San Sebastián y sus partidos; asimismo con su capitán nombrado por el señor gobernador Don Francisco de Berroterán, el cual salió en com- pañía del Padre Fray Fulgencio de Sevilla con veinte soldados blan- cos, pardos y mestizos y cincuenta indios de aquellas misiones, asi- mismo costeados por la misión, y todos juntos entramos por el río Apure. En las funciones que se hicieron, se cogieron ciento cuarenta y seis almas, las cuales se trajeron al Real, y, aunque se vieron ran- cherías muy copiosas de gente, no queriendo darse, habiéndoles pre- dicado el santo Evangelio el Padre Fray Fulgencio de Sevilla y ver ser mucho el gentío, y querer apresarlos por fuerza había de costar mucha sangre, determinó el Padre, junto con los capitanes, el dejarlos, y así nos vinimos con las ciento y cuarenta y seis almas, de las cuales

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