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rvIISION DE LOS CAPUCHINOS EN LOS LLANOS DE CARACAS 555 jiales, pues en pasando cosa de una legua del tal sitio, ya son tierras inútiles. También dicen que, quitándoles este pedazo de los llanos, no tendrán donde poder criar ganados, lo cual es sin fundamento, y los pastos son comunes, y los de la ciudad de Caracas tanta multitud de ganados como tienen, es en distintas jurisdicciones; ultra de esto en más de cinco años no han tenido ánimo de criarlos, y ahora afectan tener ese deseo, como parece no ser recta la intención, sí sólo a fin de contradecir. También debo advertir que en los dichos parajes no tienen los ve- cinos de Barquisimeto hacienda ninguna más que dos o tres hatillos, siendo el mayor de cosa de trescientas reses, pues, aunque hay otros menores, son vecinos de Guanaguanare y Barinas, que se han venido a poblar a las cercanías de las misiones por ocasión del pasto espiritual. La jurisdicción que delineó Don José Ramírez de Arellano, no fue más que de tres leguas, por la parte de Barquisimeto, y, habiendo en todo cosa de 5 hatos; el Boquerón o desembocadero que divide la serranía de los llanos, viniendo de Barquisimeto, aquella división tan grande; pues puedo afirmar con sinceridad, que lo demás que le queda hacia el río Cojede y hacia los llanos, es lo más tierra inútil y sin pro- vecho; y sólo lo que da hacia la parte de Guanaguanare, un retazo de tierra, de cosa de 3 leguas hasta el río Guache o Morador. Los indios del pueblo de San Miguel de Acarigua, que eran antes encomendados de los de Barquisimeto, serán hasta 60 familias y, por no haber sacerdote secular, que les quiera asistir ni administrar los sacramentos, habrá más de 25 años que les asistimos por caridad los Capuchinos, hasta que de seis a esta parte, el obispo y gobernador nos los encargaron, poniendo un religioso capuchino por interino, por cuanto el propietario secular los desamparó sin poderlo hacer volver el obispo. Con que, viéndose los religiosos con esa nueva obligación y que estaban más de dos leguas largas de la población de los guamos de San Antonio de Araure, a más de ser el sitio en que habitaban muy enfermo y pantanoso, y que no se lograba cría ninguna, los religiosos les persuadieron a mudarse a la cercanía de Araure, con permiso del obispo y gobernador, y les hicieron pueblo e iglesia, y están en toda buena forma y se han utilizado en tercio y quinto en todo, y estarán menos de media legua del pueblo de San Antonio de Araure, en terri-

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