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MISION DE LOS CAPUCHINOS EN LOS LLANOS DE CARACAS 523 dicho pueblo de Araure se ejerza la justicia, y éste, con diez vecinos de los que al presente viven en sus hatos y estancias en aquel paraje, vayan por aquellos montes a recoger los indios de dicho pueblo, Siempre que hicieran fuga, y les embaracen que las hagan, y que, para satisfacer el trabajo de estos hombres, sean obligados los indios del dicho pueblo de Araure a sembrar todos los años una sementera de seis celemines de maíz y lo que se recogiere de ella, se reparta a los dichos tenientes y diez vecinos. 6a.— Lo sexto, que el teniente que se nombre en la dicha villa tenga la jurisdicción ordinaria así en la dicha villa como en los pue- blos de las misiones de su distrito, para que en todas partes igual- mente ejerza la justicia, y asimismo en la dicha villa se nombre un alcalde ordinario y dos regidores añales, los cuales elijan todos los años otros que les sucedan para el gobierno de dicha villa, y que, en caso de ir el teniente a las entradas o salir de la jurisdicción, quede en ella quien administre la justicia, y que a la dicha villa se le se- ñalen propios. 7a.—Lo séptimo, que a los dichos vecinos de San Carlos se les conceda privilegio para que todos los años puedan vender sus ganados primero que otros, y por tiempo de dos meses en cada un año, eligiendo los de julio y agosto, en los valles de la costa y de la ciudad de Barquisimeto, por ser el único fruto que gozan los dichos vecinos de San Carlos y que, si no tienen alguna salida de él, no pueden mantenerse en la dicha villa. 8a.— Lo octavo, que en los pueblos de indios de las misiones se pueda hacer nombramiento de alcaldes y regidores y gobernador al modo que novísimamente se ha mandado ejecutar en los demás pueblos de indios de aquella provincia, para que los de las misiones se vayan introduciendo en la misma política. 9a.— Lo noveno, que, por cuanto la dicha villa de San Carlos de Austria se fundó y pobló sin ayuda ni costo alguno de la real hacienda, sino a la de los mismos vecinos y éstos por su pobreza no han podido adornar la iglesia con la decencia que se requiere, se sirva V.M. de hacerle alguna limosna y particularmente de dos cam- panas: la una de quintal y medio, y la otra de un quintal, y otra de mano para tocar por las calles cuando sale el Santísimo, y un cuadro de la Asunción de Nuestra Señora para el altar mayor, por ser la

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