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520 FUENTES PARA LA HISTORIA COLONIAL DE VENEZUELA servicio de V.M., pues, enterado el obispo, por experiencia propia, del estado de aquellas misiones, su disposición y naturaleza de los indios, con lo demás que se le ofrecía notar y observar, es de creer que, adquirido así el práctico co nocimiento, más bien se aplicaría y con seguro acierto el remedio en lo que hubiese necesidad, y los informes a V . M. serían conformes para que las providencias que, con su real clemencia fuese servido dar, llegasen en tal sazón que, estando allá las cosas dispuestas efizcamente, se lograría el santo celo con que se resuelven y decretan en el Consejo. Y no siendo, señor, el ánimo de los misionarios en manera alguna de querer la aprobación de sus operaciones ni permanecer en sus dictámenes contra el beneplácito del obispo ni otro ministro, a quien se haya encargado que estén a la mira de lo que en dichas misiones se ejecuta, antes sí siempre que por su parte de los ministros se con- curriere con aplicación de que se logre lo mejor, cederán con docili- dad en todo lo que parezca ser más c onveniente al servicio de Dios nuestro Señor y de V.M. y bien de aquellas almas, pues su deseo no es otro. Empero, mientras esto no se e xperimente, no tienen los m isionarios por del servicio de V.M. dejar de representar en el Con- sejo todo lo que juzgan de su obligación y lo que han reconocido de la naturaleza de aquellos indios en fuerza de la experiencia de más de treinta y seis años continuos, que han estado en aquellos ta aquí han usado para su reducción, y llanos, y los medios que has más c onvenientes y se deben elegir y de éstos, los que tienen por procurar para que se consiga todo con la verdadera relación que se contiene en este memorial (cuántos debajo de sus conciencias lo ase- guran), y que en las calumnias que se les han imputado no han po- dido tener los infamantes otros motivos que los que aquí se expresan y más largamente en las informaciones y demás instrumentos que presentan, a que se remiten, pasando últimamente a asegurar a V .M., con la integridad de ánimo que deben y son obligados, que, sin el medio de que las entradas a los llanos se hagan con escolta de espa- ñoles para el resguardo de los m isionarios, como se propone, no que- da la esperanza de que se consiga la reducción de ninguna de las naciones de aquellos bárbaros que se tienen por muchas y muy dila- tadas, y que serán inútiles e infructuosas cuantas diligencias y entra- das hicieren los misionarios por sí solos. Asimismo que, faltando en

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