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516 FUENTES PARA LA HISTORIA COLONIAL DE VENEZUELA hicieron de la dicha junta, y con remisión de ellos se da cuenta a V. M. para que mande lo que más sea de su real servicio. 4a. Cédula.— En otra real cédula, su fecha en dicho día 5 de diciembre de 1689, se refiere haberse tenido noticias en el Consejo de que en las cuatro poblaciones, tres de indios y una de españoles, que están a cargo de los misionarios capuchinos, tienen los religiosos el gobierno de la justicia real, y que nombran capitanes, mandando prender, desterrar y castigar a los indios, condenádolos a servidumbre, y que en el pueblo de San Antonio de Araure tienen los religiosos en su casa el cepo donde se prenden los indios. Señor: lo que en esto se ha informado a V.M. ha sido con la misma temeridad y falta de verdadera relación, que se le conoce en los demás puntos referidos. Preséntanse en este memorial infor- maciones amplísimas y otros testimonios donde consta la falsedad de la calumnia y la verdad de lo que pasa; están en los autos, desde el número 55 hasta 101, y desde 179 hasta 238. En los dichos pueblos no hay más justicia que el teniente de la villa de San Carlos, que desde que se dio la providencia de nombrarle, antes ni después no se han nombrado alcaldes ni regidores de entre los indios, por no hallarlos capaces hasta ahora para estos nombramientos, y sólo en algunos ladinos se ha visto traer unos bastones como usan los caci- ques y capitanejos de los otros pueblos de indios reducidos y enco- mendados de la provincia, queriéndolos imitar en esto; y es así que a ello continuamente les están persuadiendo los Padres, dándoles a entender el modo de gobierno que tienen los españoles en sus pue- blos y los demás indios reducidos, para irles enseñando la usanza de nuestras costumbres políticas, para que las aprendan y se aficionen a ellas, sobre lo cual siempre han trabajado mucho los misionarios, y ha sido éste, después de enseñarles la doctrina cristiana, su princi- pal cuidado y, como en los dichos pueblos hasta ahora no ha habido el nombramiento de justicias ni otras personas a quien los indios puedan tener algún respeto sino a los misionarios, ha sucedido tal vez que éstos han salido por el pueblo a apaciguar y estorbarles las borracheras y pendencias de los indios y en algunas ocasiones que se han querido matar unos a otros, se han hallado precisados a retirar algunos, enviándolos de un pueblo a otro, hasta que, pasados algunos días, pudiesen volver a la amistad de antes; y otras veces ha conve-

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