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MISION DE LOS CAPUCHINOS EN LOS LLANOS DE CARACAS 509 al suplicante y a otros Padres, pues hasta hacer un pueblo en dichos llanos adentro se ha intentado, como después se dirá, y ningún medio de éstos ha bastado, antes sí se ha puesto de peor calidad la materia, de suerte que, sin llevar dichas escoltas, tienen por diligencias inúti- les cuantas por sí solos pueden ejecutar los religiosos, y para el des- cargo de sus conciencias así lo manifiestan; y, en comprobación de la verdad que va referida sobre este punto y primera cédula, presenta las informaciones e instrumentos donde todo viene autenticado, y la súplica que sobre ello hacen y que les parece más conveniente bajo de sus conciencias, se verá al final de este memorial, número primero. 2a. Cédula.— En otra cédula de septiembre del mismo año de 39 dice V.M. que se ha tenido noticia que, habiéndose poblado el año de 1688 y reducídose a la obediencia de S. M. por medio de los misionarios capuchinos trescientos y cincuenta indios, salieron treinta familias de ellas a buscar que comer por faltarles el bastimento, por ser población nueva, y con esta noticia acudió una noche Fray Pablo de Orihuela, Prefecto, con los vecinos de San Carlos, y prendió a todos los indios que habían quedado, entregando los hijos en servi- dumbre y rehenes a los dichos vecinos de San Carlos, por temer de que los padres no se huyesen, y que, atendiendo a los inconvenientes que se pueden originar de semejante resolución, pues, habiendo veni- do estos indios de paz a pedir el bautismo, se puede temer que con la noticia de la prisión de éstos sin causa ni delito, no salgan otros ni se logre el fruto de la predicación evangélica, manda V.M. al Prefecto disponga luego, sin dilación, se restituyan a sus padres los hijos que se les quitaron por rehenes y que les consuelen. —Señor: por el contexto de esta real cédula se reconoce la depra- bada intención con que se hizo el informe que motivó su despacho, pues no sólo faltó en todo a la verdad sino que fue su ánimo de ca- lumniar a los misioneros, quienes, dejando a Dios su desagravio, sólo pasan a manifestar la verdad de lo que sucedió en este caso. El año 1687 bajó el suplicante, acompañado de españoles e indios cristianos, a reducir otros por la Portuguesa abajo, río muy caudaloso, que entra en Apure, y habiendo encontrado varias parcialidades y he- cho cuantas diligencias le fueron posible, no sólo no le dieron oídos, sí le armaron muchas emboscadas, en las cuales hirieron con flechas hasta catorce hombres de los que le acompañaban, y al suplicante, por

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