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MISION DE LOS CAPUCHINOS EN LOS LLANOS DE CARACAS 497 pudieran representar a V.M. que los informes hechos en el Real Con- cejo han sido más apasionados que justos, y que debieran las personas que los han hecho considerar con mejor acuerdo el grave daño que han causado por la conturbación interpuesta y que se les pudiera re- convenir que pudieran haber elegido otros medios más conformes a su obligación y más ajustados a su conciencia, lo dejan todo reservado al juicio de Dios y sólo pasan, con la humildad que deben, a dar cuenta a V.M. del estado de dichas misiones y de los inconvenientes que se han ofrecido para poner en ejecución las últimas reales cédulas que se han despachado, y asimismo las providencias que convendrá aplicar para que la dicha misión vaya en aumento y se logre el bien de aquellas almas a mayor servicio de Dios nuestro Señor y de Vuestra Majestad. Señor: por los años 1657 llegaron los primeros religiosos capu- chinos misionarios, de orden de V.M., a la provincia de Venezuela, y, habiendo premeditado dar principio a la predicación del santo Evan- gelio en las innumerables naciones de indios bárbaros que habitan los dilatados llanos de Caracas, pareció hacer las primeras entradas por los sitios y ríos que llaman del Pao y de Tucuragua, y guiados de algunos indios amigos, se encaminaron por las dichas partes, hallando a me- diana distancia bastante número de los dichos infieles y la certeza de ser mucho el gentío que habitaba aquellas dilatadas tierras. Pero, examinando la naturaleza y modo de vivir de estos indios y si tenían algún modo de gobierno entre sí y qué ley, falsa o verda- dera guardaban, qué modo de sugestión tenían y si daban obediencia a algún superior que los sujetase, y, finalmente, si al modo de otras provincias y reinos tenían alguna política y leyes para aprender con ellos la predicación que se deseaba, al modo que en otras partes se ha ejecutado, oyendo los infieles y filosofando con sus razones natu- rales hasta quedar reducidos con actos de entendimiento, hallaron que dichos indios bárbaros de aquellos llanos no sólo no se hallaba en ellos ningún género de política, pero aun parecían irracionales, porque su vivienda es sin tener pueblo, provincia ni otro género de división de reino, ni rey ni cacique ni otra sujeción ni leyes; en tal grado que ni los hijos guardan obediencia a los padres, ni respetan el natural paren- tesco, ni menos tienen adoración alguna falsa ni verdadera; finalmente, unos hombres que, aunque tienen el alma racional, parecen salvajes, sin trato ni usos humanos, todos paletos, sin pueblos en que vivir, sin razón para oír, sin entendimiento para filosofar, sin espera para res- ponder. Andan en atajos como el ganado, desnudos y sin ningún género

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