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IvIISION DE LOS CAPUCHINOS EN LOS LLANOS DE CARACAS 11 El comportamiento heroico de los Capuchinos en esta ocasión lo pinta con vivos colores el gobernador en carta al rey, describiendo los efectos de la epidemia: '<Llegó a poner esta povincia en tal tribulación, que si no fuera por los Padres Capuchinos que se hallaban en ella, fueran muchos más los muertos y de éstos la mayor parte sin sacramentos. Para el reparo de estos daños puse un hospital con veinte camas en una casa de las de la ciudad y tres Padres Capuchinos para que asistie- sen a los enfermos, dándoles cuanto fue menester, y por ser tantos los muertos y enfermos y mucho el miedo, no había quien los ente- rrase, y, por evitar el daño que podía causar esto, nombré tres caballe- ros de esta ciudad para que sólo acudiesen a hacer enterrar los muer- tos, y, estando ya llenas todas las sepulturas de la iglesia mayor, San Francisco y San Mauricio y San Pablo con sus cementerios, pedí al Cabildo bendijese parte para los entierros; y, durando la enfermedad con tanta fuerza que hubo día que pasaron de cincuenta los muertos, discurrimos a los remedios más eficaces, pidiéndoselos a Dios nuestro Señor por intercesión de su Madre y procurando estorbar pecados públicos; sabiendo los muchos amancebamientos que había en este lugar, traté de remediarlos y son pasadas de 200 personas que se han casado y muchos que había más de cuarenta años que vivían amancebados. Y, habiendo entendido que no había votado la Concepción, propuse a los dos Cabildos lo hiciesen y se puso por ejecución, y desde el día que se votó, fue mejorando la ciudad, y se queda totalmente buena, habiendo sido más de dos mil los muertos".'6 Eso mismo comunicó en otra carta el propio gobernador, diciendo cómo el P. Magallón y sus seis compañeros "trabajaron lo que es impo- sible decir, y puedo decir a V. M. con la verdad que debo, que no pare- cían hombres en lo que trabajaban sino piedras, y ángeles en lo que obraban para la administración de los sacramentos y salvación de las almas, sin tener un instante de descanso y cargando sobre ellos todas las confesiones de enfermos y sanos en él reducidos por sus sermo- nes: fueron infinitos los que se confesaron, no habiendo más que los Padres Capuchinos y el Provisor que acudiese a esta ocupación. Y, viéndome en tanto aprieto, les pedí que se encargasen de un hospital que pude formar con veinte camas, y con sumo gusto lo tomaron a su cargo, cuidando con tal amor y caridad de los enfermos, que, siendo 16. Carta del mismo al rey, Caracas, 1 diciembre 1658 (¡bid.). Se refiere al voto concepcionista que hicieron ambos Cabildos y la ciudad.

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