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492 FUENTES PARA LA HISTORIA COLONIAL DE VENEZUELA y ochenta y nueve informáis, como se os ordenó, sobre la causa que tuvo don José Anieto, siendo teniente de Barquisimeto, para proceder contra los religiosos capuchinos misioneros, y pasáis a discurrir, como también se OS previno, sobre la sublevación de los Indios de nación gayofles y sobre si será conveniente mantenerlos en las poblaciones que hoy tienen a orillas del río, o reducirlos a las que tenían señaladas antes por los gobernadores Don Francisco de la Hoz y don Félix Gar- ci-González, y decís que estos indios, desde su conquista, han sido vasallos de mala ley, amigos del ocio, sin hacer labranza ni otra alguna granjería para mantenerse, y que las tierras que habitan son por su naturaleza tan ásperas, que sólo ellos las entran y que, pastando a ori- llas de estas tierras los ganados de los vecinos de Barquisimeto y To- cuyo, salen estos indios al camino para matar los ganados y robar los caminantes, motivo que obligó a lo gobernadores Don Francisco de la Hoz y Don Félix Garci-González a transportar estos indios a otro sitio distante del que tenían, decís que al presente habitan en las orillas del río de Barquisimeto, tres leguas de aquella ciudad, agregados a la misión de religiosos capuchinos, que llaman el Cerrillo de Santa Rosa, en donde ejecutan algunas atrocidades, aunque no tan frecuentes como antes; y para que cesen estos daños y se logre la salvación de estos indios y su conservación, sois de parecer se les transporte al sitio y paraje donde los pusieron los dos referidos gobernadores, que es el nombrado Araure, de la misma jurisdicción y de buenas tierras y aguas para la labranza, apartándoles de la ocasión de los ganados y del cami- no real, en que ejecutaban sus atrocidades, dándoles sus encomende- ros la doctrina y pasto espiritual de su obligación. Y, habiéndose visto en mi Consejo de las Indias con lo que acer- ca de esto escribió el obispo Don Diego de Baños y lo que sobre todo pidió mi fiscal, teniéndose entendido que estos indios están hoy más moderados y reducidos y que el mudarlos a otro sitio, como proponéis, tendría graves inconvenientes, y esperándose que en la parte donde hoy se hallan, con el celo y el cuidado, llegarán estos indios a pacificarse y ser muy útiles en mi real servicio, y atendiendo también a lo que vos informáis en este particular, de que se ha hecho estimación, ha parecido ordenaros y mandaros, como lo hago, que, para que se logre el acierto en materia de esta calidad y gravedad, lo confiráis con el obispo de esa iglesia, con el Prefecto de los misioneros capuchinos, con

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