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MISION DE LOS CAPUCHINOS EN LOS LLANOS DE CARACAS 487 por no tener gobierno para ello por quererlo emplear todo en sus be- bidas. Y, para que V.M. conozca su suma flojedad, lo más que pueden conseguir que siembren, a fuerza de sus importunaciones, el que más no llega a medio cuartillo el que siembre. Síguese a esto que, cuando está en berza, lo cogen por estar más a propósito para sus bebidas. Otras veces no desyerban los conucos, con que no cogen poco ni mucho. Las labranzas de algodón es así a limitación de esto, y, si se logra coger alguna cosa, hacen los religiosos lo hilen las indias, dándoles dos onzas para cada 15 días, trabajo que lo hace cualquier mujer en medio día, e hilado, procuran buscar quien les haga un tejido que imita al lienzo de Galicia, para de él repartirlo entre ellos mismos en camisetas para las indias, calzones y chamarretas para los varones, para que entren con decencia a oir misa, costándoles harta dificultad en que entren en la iglesia con este corto vestuario. Y los hatos de ganados se reducen a 250 reses, número tan corto para la abundancia de esta tierra, que cualquiera miserable mulato no hace reparo de que tenga el número de mitad más; y éstas los hubieran consumido, si no hubieran hecho fuga los indios que en otro de este día digo a V.M., pues, para cada entrada que hacen, conseguido algún logro, vienen a esta ciudad a bus- car con que mantenerlos, y la caridad de sus vecinos es tan grande que de sus hatos les socorren conforme cada uno puede, y que, de una limosna a otra, se mantengan algunas reses es preciso para el sustento de los religiosos y de los mismos indios, no pareciendo ser esto contra su instituto, pues viven observándolo con integridad, pues recibidas cuando se las dan de limosna, las depositan en un devoto que les hace caridad de guardarlas, y de allí van sacando para sus necesidades con la pobreza y buen gobierno que acostumbran. Y mediante que el único ánimo de V.M. es que se distribuya el trabajo de estos indios en su conservación y gobierno que se necesita, me parece no podrá haber quien lo administre con más caridad que los mismos religiosos, pues están experimentando las necesidades que cada uno padece y viéndolas ocularmente, motivos que nos obligó al reverendo obispo y a mí sus- pender su ejecución, como consta de lo resuelto en dicha junta, y dar cuenta a V.M., quien en su vista mandará lo que convenga a su real servicio. C.C.R.P. guarde Dios los muchos años que desea y necesita la cristiandad. Caracas, septiembre, 30, de 1690 años. El Marqués del Casal (rubricado)

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