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XXIV INTRODUCCION consistía en sólo 50 pesos anuales," los que frecuentemente eran inver- tidos en atender necesidades de los indios. En más de una ocasión y utilizando esos recursos los misioneros tuvieron que dedicarse a levantar las propias casas de los indios, como igualmente a construir las iglesias de los pueblos. A este respecto hemos de afirmar que no disponemos de documentos que den base suficiente para juzgar del mérito o valor de las iglesias que en ellos se fueron levantado. A juzgar por las relaciones de varios Prefectos, eran aqué- llas, en general, capaces, bien provistas de altares, imágenes, ornamen- tos y vasos sagrados, pero su construcción debió ser de poca consisten- cia. No sucedió aquí lo que en Cumaná: no han quedado casi restos de las iglesias levantadas por los Capuchinos, y es que, al ser entre- gados los pueblos al obispo, con el correr de los años fueron demolidas para construir otras más capaces y consistentes. 38 Tampoco descuidaron los misioneros la atención debida a los reli- giosos ancianos y enfermos, y del propio modo la instrucción y forma- ción de los nuevos misioneros que iban llegando. Fue una preocupa- ción que tuvieron ya desde los primeros años, desde 1662 inclusive, pero, a decir verdad, solamente lograron darle solución en los últimos años del siglo XVIII. No obstante que se cuentan por decenas las cédulas dadas sobre este particular, algunas de ellas enviadas con apre- mio a obispos y gobernadores, solicitadas además por los religiosos con machacona insistencia, tuvieron que ir componiéndoselas como buena- mente podían. Respecto de los enfermos y ancianos, buscando para ellos un pueblo misional de clima suave y saludable donde poder estar, mientras que otras veces se vieron obligados a ir a ciudades donde gozaron de mejor acomodo y eran mejor atendidos de los médi- cos. Y por lo que mira a los nuevos misioneros, no obstante lo prescri- to en los Estatutos u Ordenanzas de las misiones en orden a su ins- trucción y formación antes de ser enviados al campo de apostolado, sucedió prácticamente lo mismo.39 Sólo pudo resolverse satisfactoria- 37. Al principio les fue ofrecido el subsidio de 150 pesos anuales, a los que renunciaron totalmente; más tarde admitieron sólo los 50. 38. Creemos que la única iglesia que se conserva tal y como la levantaron los misioneros capuchinos es la de sobare (Cfr. Venezuela Misionera, 3 (1941), 22-24). Aquí se dan interesantes datos sobre este pueblo misional. 39. Más adelante diremos cómo el P. Marcelino de San Vicente, al venir a España en 1702, pidió al Consejo de Indias que el convento capuchino de Utrera se convirtiese en Seminario para los misioneros. En su lugar
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