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MISION DE LOS CAPUCHINOS EN LOS LLANOS DE CARACAS 71 restantes, cuando estaban preparando a su vez la huida, fueron sor- prendidos por el P. Orihuela, que era entonces Prefecto, y, con ayu- da de los vecinos de San Carlos, los llevó a San Francisco de Tirgua y a varios de los niños a San Carlos, como en rehenes y hasta que regresasen sus padres.25 Así terminó prácticamente el pueblo de San Pablo del Tinaco. Cuidaba entonces de él, como lo hizo asimismo en los últimos años, el P. Francisco de Alcaraz. También se fundó por este mismo tiempo el pueblo de San José de Mapuey, es decir, hacia 1679 o 1680, debido, según creemos, al interés y celo del P. Diego de Marchena antes de ser Prefecto.` Juz- gamos que este pueblo debe identificarse con el que el P. Ildefonso de Zaragoza llama San José de los Llanos, que fue fundado después de la villa de San Carlos y que en esta ocasión se poblaba de nuevo. 27 Dice el P. Ignacio de las Canarias, en enero de 1685, que por falta de misioneros se había visto obligado a dejar dos pueblos de indios." Creemos se trata de Duaca y San José de Guanare o de Cospes, devueltos al obispo, el primero en 1680 y el segundo hacia 1682. Otra novedad en esos años fue el traslado del pueblo de San Antonio de Tucuragua a Araure, sitio más saludable y de mejores tierras. Queremos advertir que en realidad no se trata de una nueva fundación, sino de mero cambio a otro sitio mejor. Esta mudanza fue efectuada por el P. José de Nájera, según testifica el P. Pablo de Orihuela, y que no fue sino simple traslado, lo dicen otros varios 22. Así consta por las declaraciones de los testigos hechas conforme al interro- gatorio presentado por el P. Ildefonso de Zaragoza (AGI, Santo Domingo, 222), y memorial del citado Padre al Consejo, en RIONEGRO, Relaciones, II, 14-15. Luego fueron acusados los misioneros de pretender separar los hijos de sus padres, lo que fue totalmente falso. 23. Quizás puedan hacer referencia a este pueblo las palabras del P. Canarias cuando dice haber fundado una misión con indios gayones, los que eran encomendados y que por los malos tratamientos habían huido, pero que ahora los tenía pacíficos, con buena iglesia y población (Carta del mismo, San Carlos de Austria, 3 enero 1685; AGI, Santo Domingo, 154, ramo V). 24. Memorial del P. Ildefonso de Zaragoza al Consejo (1691), ya citado, en RIONEGRO, Relaciones, II, 6. 25. Carta de 3 enero 1684, ya citada.

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