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60 FUENTES PARA LA HISTORIA COLONIAL DE VENEZUELA Se prescribía en una de esas ordenanzas que a las mujeres no se les podía obligar a que sirviesen a nadie en particular, dados los muchos inconvenientes que se seguían. Por otra parte, que los indios de los Llanos que hubiesen sido sacados o salido de su propia volun- tad o por medio de los misioneros o que en adelante se sacasen, debían permanecer enteramente libres. Además, quedaban prohibidas las en- tradas con soldados, disponiendo que "la reducción de los indios in- fieles se haga por medio de la predicación del santo Evangelio y de los religiosos y otras personas eclesiásticas, que el obispo enviase, sin que entren soldados sino es cuando el mismo obispo los pide; y siendo sus ministros los misioneros y debiendo fiar de ellos, obrarán con san- to celo en materia tan importante, declaramos que siempre que qui- sieren entrar a las montañas y partes de los llanos de toda la juris- dicción de esta diócesis a predicar el santo Evangelio y reducir los infieles que vengan a poblado, notificándoles que la intención del rey nuestro señor es mirar por la salud de sus almas y tratarles como a hijos y como trata a los demás vasallos. Asimismo, si se hubieren ido de las poblaciones algunos indios, volviéndose a la gentilidad, para sacarlos por buenos y lícitos medios se valgan los misionarios de los españoles de las poblaciones que irá declarando se han de hacer para que vayan en su guardia y custodia y para que ejecuten las órdenes del dicho misionario, sin que contra ellas pueda ir ninguno, y la dará para que por medios suaves, lícitos y de toda caridad reduzcan a sa- lir a las poblaciones y a ser instruidos y a oír el Santo Evangelio, sin permitir que los hagan esclavos ni quieran, por ir acompañando a misionarios, tenerlos en particular sujeción". Se disponía igualmente que "en las partes y lugares donde asisten o asistieren los Padres misionarios que están y estuvieren algunas poblaciones, se acrecienten para que puedan vivir dichos indios con toda comodidad, y se tengan iglesias con todos los adornos y aseos necesarios, y que haya cerca de dichas poblaciones algunas de treinta o cuarenta españoles de buena vida y ejemplo, que puedan asistir a di- chos misionarios en las ocasiones que fuere necesario para explicación de la palabra evangélica y que lo puedan hacer con seguridad de sus personas, para que, si se ofreciere entre los mismos indios algunos ruidos o inquietudes, los puedan sosegar y ponerlos en paz; y si para que estos españoles se sustenten, necesitaren del servicio y asistencia de los indios, podrán 105 misionarios dar las órdenes que convengan

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