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94 LOS FRANCISCANOS CAPUCHINOS EN VENEZUELA Podría, en efecto, además de los Padres destinados al Ministerio Parroquial, haber otros que tuviesen en esas poblaciones civilizadas un punto de partida y de resguardo; los cuales pudiesen aventurarse con menos desamparo hacia el interior de la Guayana, con el fin de explorar y estudiar las condiciones de las tribus allí existentes, lo que seria muy útil al Gobierno para su objeto de establecer aquellas Misio- nes. Este seria a la verdad el comienzo más propicio para tan deseable empresa, que más tarde podría extenderse, ya por medio de los mis- mos Capuchinos, ya por otros Institutos religiosos, a las dilatadísimas regiones del territorio Amazonas. Estimo que ninguna grave dificultad puede oponerse a la ejecu- ción le este plan, pues se trata de un asunto en el cual no sólo se em- peña el apostolado religioso, sino que encierra también un altísimo in- terés patriótico. Y cualquier punto discutible que se presentara, muy fácilmente se allanaría, sin duda alguna, mediante acuerdo del Gobier- no con el Papa; cosa hoy tan hacedera por la presencia permanente de un Representante Pontificio en Venezuela. Antes, por consiguiente, de proceder en el sentido del arreglo Pa- rroquial de que arriba hablé, he querido ofrecer estas ideas a la con- sideración del Gobierno nacional, que tanto se esmera en favorecer to- do lo que propende al adelanto efectivo 4e1 país, sin olvidar el deber humanitario y patriótico de civilización en pro de la raza aborigen, a fin de que, bien acogido el proyecto y favorecido el pensamiento, vistas las ventajas que él reportaría en el orden civil y tocante a la futura efectiva fundación de las Misiones, pudiera yo tomar las pro- videncias que me correspondieran para dar cima al propósito. Tal es, por tanto, el objeto de la presente exposición que elevo ante el Poder Ejecutivo 4e la República por el respetable y autorizado órgano de usted, haciendo los más fervientes votos por la prosperidad de la Patria y la ventura personal de quienes la rigen. Dios guarde a usted muchos años. Sixto, Obispo de la Guayana. Caracas, julio 14, 1920". (L. S.) A las anteriores súplicas añadió las suyas la Orden, ya de palabra, ya por escrito, como se ve por la siguiente comuni- cación del P. Visitador al Sr. Ministro. "Excmo. Sr, Ministro del Interior. Presente. Excmo. Sr.: En la visita que con fecha 28 de junio se dignó con- ceder al que suscribe, tuve el honor de ofrecerle, en nombre de los Superiores de la Orden Capuchina, Padres Misioneros para que, si el Gobierno juzgaba útiles a la República sus servicios, pudieran conti-
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