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92 LOS FRANCISCANOS CAPUCHINOS EN VENEZUELA Importa por ótirno insistir sobre las consideraciones siguientes, a saber: que si se quiere obtener de la obra de las Misiones un verdadero fruto práctico, es necesario que los Misionéios estén todos bajo la de- pendencia, no sólo de un Superior Misionero inmediato que los vigile, los guíe, los cuide, sino bajo la del Superior de toda la Misión para los cambios, traslados, etc.: que e1 territorio de las Misiones sea cuidado- samente limitado; que los diferentes centros de Misión en el territorio mismo estén ligados entre sí; que por mucho tiempo los indios, espe- cialmente los adultos, no sean molestados y vejados por personas ávi- das (le ganancia, y que en lo referente a la imposición por parte del Gobierno de las cargas inherentes al funcionamiento civil y social, se proceda lentamente, cautamente y en lo posible de acuerdo con las in- dicaciones de los Misioneros. Según resulta de informes, di parecer verídicos, esa clase de-veja- ciones ha sido ejercida por gente ávida (le lucro, y para sustraerse de dejado la tierra llana se han inter- ellas algunas tribus indígenas han y nado en los bosques, acercándose a los confines de la Guayana ingle- so, a donde se encaminan para vender sus productos en la seguridad o creencia de ser tutelados en sus intereses por aquellas autoridades. Llegándose, como se espera, a un arreglo satisfactorio para la im- plantación de las Misiones en el territorio susodicho, será posible por medio de otros Misioneros idóneos fundar bajo las mismas condicio- nes la obra (le las Misiones en el vastísimo territorio Amazonas, obra ésta que una vez empezada y llevada adelante como conviene, señalaría una nueva y gloriosa etapa en el progreso de Venezuela. El Internuncio. Caracas, julio 14, 920," JI La del Obispo de Guayana es la siguiente: "Sr. Ministro de Relaciones Interiores. Después de haber recorrido en Visita Pastoral la mayor parte de mi vasta diócesis y atento a las necesidades espirituales de las diver- sas regiones que la integran, tanto de poblaciones en que la vida civil • y religiosa se desarrolla COfl regularidad como de comarcas donde to- davía un régimen práctico de civilización no existe, pues aún se ha- llan tribus indígenas no reducidas a las normas políticas y cristianas de gobierno, he neditado sobre las maneras de fomentar di bien ya conseguido y procurar el que falta por obtener, empleando los medios que puedan ser más oportunos, no perdiendo de vista la civilización de nuestros indígenas, que tanto al Estado como a la Iglesia interesa ¡ grandemente promover. Entre otras cosas pienso, pues, confiar 'a los Padres Capuchinos las Parroquias del Yuruari (las cuales, como se sabe, fueron la céle- bre creación allí de los Capuchinos Catalanes), con todas las facul-

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