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74 LOS FRANCISCANOS CAPUCHINOS EN VENEZUELA Colina del Calvario y anunciando a cuantos encontraba que al día siguiente la población bambolearía toda, repetía: "Téngolo yo de decir, yo no sé lo que será, mañana es San Bernabé, quien viviere lo verá". Una hora antes del alba, del propio 21, Caracas se estremecla por un fortísino temblor, y los pobladores aterrorizados llenan las calles; las puertas de los templos son abiertas y gran parte del pueblo llena la Catedral, en la que dos frailes habían hecho guardia durante toda la noche a Nuestra Señora de Las Mercedes. El Padre Bello, que en compañía de varios feligreses pasara la noche orando en La Pastora, bajó a la Metropolitana, donde debía decirse una solemne misa en honor de la abogada de los cautivos. El movimiento sísmico de 1766 parece haber tenido su centro de mayor intensidad en Oriente, donde causó serios estragos; y cosa sor- prendente, una Comisión de peritos, nombrada por el Gobernador So- lano, encontró que sólo los templos de la capital habían sufrido daños, en tanto que ni uno solo de los edificios particulares había corrido ries- go, hecho en que los moradores vieron la milagrosa intervención de la Virgen de Las Mercedes, a la que rindieron culto en adelante como abogada de los terremotos, consagrándosele, a más, una suntuosa tiesta anual ci 21 de octubre. Una bella tarjeta, miniada en plata, con leyen- das latinas, regalo del Ayuntamiento y del Cabildo, fué colocada en memoria (le ese día al pie de la imagen. Luego, quiso la población poseer una imagen de la Redentora de Cautivos hecha en Caracas, para sustituir a la que habían reverenciado hasta entonces, y sirvió de modelo para ella la gentil Mercedes Iriarte Aristciguieta, La imagen nueva, que al decir de las crónicas quedó exacta al original, sustituyó en su trono a la antigua imagen espa- ñola, y a sus pies fué colocada la tarjeta de plata cónmemorativa. Cuando el terremoto de 1812, vino abajo el convento Mercedario, sepultando, al decir de Arístides Rojas, a los frailes que en él tenían su asilo y a cuantos visitantes había en el templo la tarde del 26 de marzo de aquel año. No faltaron espíritus religiosos que pusieran sus empeños y afanes en la reconstrucción del derruido santuario, pero la gloria de haber llevado a cabo la restauración de Las Mercedes cúpole al presbítero Jacinto Madelaine, que vió coronada su obra el año de 1857, después de años de constantes esfuerzos. La reconstrucción fué hecha princi- palmente con el trabajo y las limosnas de los fieles, en premio de los cuales se había concedido indulgencia plenaria "que podía ganarse dos veces al mes", en Breve expedido en Roma e. 16 de marzo de 1842
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