BCCCAP00000000000000000000505

MISION DEL CARONI.—CAPITULO IV 71 los ocho altares nuevos de las capillas laterales, y sobre to- do, la hermosísima decoración de toda la iglesia, llevada a cabo por el artista italiano señor Corrado, quien decoró después la de San Francisco de Maracaibo. Además, se cam- hiaron casi todas las imágenes y se hicieron bancos nuevos. 5. En el mes de junio del mismo año se desarrolló en Caracas una horrorosa peste de viruela, y el Gobierno se vió obligado a poner dos hospitales para infecciosos, uno en el Rincónde El Valle, cerca del cementerio, y otro en La Vic- toria; los Capuchinos nos ofrecimos todos para ir a asistir a los enfermos, pues era viruela negra y todos los días mo- rían muchos. El señor Anfiloquio Leve!, Gobernador de Ca- racas, aceptó nuestro ofrecimiento, y acordamos que el P. Leonardo y Fr. Felipe, que había llegado de Chile, fueran a La Victoria y el P. Melchor con Fr. Pedro de Ascarza al Rincón de El Valle. Casi seis meses estuvieron estos religiosos en los improvisados hospitales, pasando muchísimas incomodida- des y peligros de ser contagiados, pues tenían que asistir a los enfermos, amortajar a los hombres y ayudar a enterrar- los; para las mujer.s estaban las Hermanas de la Caridad. Tenían capilla provista de todo lo necesario, y en lo mate- rial nada les faltaba, PtLS el Gobernador proveía con abun- dancia de cuanto pudieran necesitar. Este sacrificio de nuestras vidas no fué estéril, pues todos cu-antog murieron fueron confortados con los Santos Sacra- mentos, y recibieron auxilios que no tuvieran de otro modo; S las autoridades, justas en apreciar el valor del sacrificio. nos ayudaron en la reforma de la iglesia (1). El Sr. Presi- dente, general Ignacio Andrade, nos daba una cantidad se- nianal para pagar los trabajadores, y el Gobernador, señor Anfiloquio Level, que era muy generoso, nos autorizó para cerrar - verja de hierro el altozano o atrio de la iglesia y el pequeo parque que había al costado del edificio, plantado en la antigua huerta de los Mercedarios; en í te levantamos una hermosa Gruta de Lourdes, adosada a la pared del tem-. (1) En la página 48 de nuestro tomo 1 dejamos referido cómo en 1658, hallándose Caracas castigada por una peste maligna, asistieron también los Capuchinos a los atacados, ganándose las simpatías de la población que los veneraba como ángeles bajados del Cielo.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz