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MISION DEL CARONI.—CAPITULO III 53 hijos de Macab tuvieron guerras sangrieñtas (1). Los Camilos, los Scipiones', los Julios, los Lucios Catalinos, electrizan mi alma con la memoria (le SUS sacrificios por ti. .. ¿y yo me quedo? ¿Yo aguardo un momento? ¡Ah! no. España, prepárate; Colombia, no temas... Y parte, y regresa a Caracas para poner en planta sus promesas y juramentos. En efecto, Señores, después de haber adquirido las riquezas d la literatura, después de haber bebido en la misma fuente los raudales de la elocuencia, las gracias del lenguaje de Roma y (le Atenas; des- pués de haber penetrado los secretos de la política; Bolívar compa- rece a su patria con aquella fisonomía feliz, que Dios imprime en la frente de aquellos hombres destinados para grandes empresas. No se precipitó sin embargo. Dejó pasar algún tiempo para observar la marcha ele los negocios, el carácter de los hombres que los dirigían, el espíritu del pueblo, y los recursos nacionales: penetra con viva- cidad el estado político y moral de su patria ¡Cuántas observaciones debe hacer Bolívar en este momento! Destruir un edificio muy bien arraigado: plantar otro desde su nacimiento en su lugar: derrotar ejércitos imponentes, sin fuerzas proporcionadas: levantar ejércitos sin recursos: atravesar países inmensos: mil trabajos para destruir: grandes fatigas para edificar: muchas penas para conservar: sinsa- bores y disgustos para. aumentar la paz de su nación; son las ideas que ocupan la imaginación de este héroe incomparable. Imágenes que sin duda habrían agotado los talentos, habrían acabado con la activi- dad de cualquier otro carácter menos con el de Bolívar. Ya no es como aquellos políticos que siempre marchan y nunca avanzan, siem- pre discurren y nunca practican, forman cálculos y nunca ejecutan: prodigio (le una imaginación ociosa y estéril. Pero en Bolívar vos- otros admiraréis el prodigio (le SU descanso laborioso, ele una tranqui- lidad fecunda, de una inmovilidad con movimiento; tal como el sol, que ocultando a nuestra vista la rapidez de su movimiento, corre los C spacios inmensos del cielo y en su carrera anima y vivifica toda la uraleza; así el incomparable Americano, pacífico sin ruido, activo sin alboroto, previene, ordena, arreglo, emprende y consigue lo que pretende en la vasta extensión de Sud-América. Nada se escapa a su vigilancia: él todo lo vé, todo lo entiende, asiste en todas partes, él en fin lo hace 10(10 sin parecer que haga mucho: Simon oir consilii. Ya es tiempo, Señores, que yo os presente a este sabio político como un guerrero en el campo de Marte. Bolívar destruye con sus he- chos la máxima del Príncipe Sforcia, que decía: Muy difícil es tener en la mano espada y libro a un mismo tiempo (2). ¿Difícil? lo será en otros, pero no en Bolívar. Observad. Ingenio de la guerra, mez- cla feliz de sabia impetuosidad y de lentitud activa: fuego y vivacidad (1) 1 Macab,, cap. 3. (2) Quia non didici una eademque manu librum tenere et gladium. Erasm., in Apoteg.

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