BCCCAP00000000000000000000505
MISION DEL CARONI.—CAPITULO III 51 chos días, espectáculo de un momento? ¿Podrán tu reputación y tu gloria ser un ruido momentáneo, que con la voz del orador irá a per- derse en la región de los aires, y sepultarse tarde o temprano en la noche del olvido? ¡Ah! Todo lo contrario. Muerto recibes honores: vivo sembraste los laureles que muerto ciñen a tu sién los que no te conocieron. La fama de los otros héroes va disminuyendo a medida que se avanzan los siglos; la tuya, ¡oh ente singular!, va creciendo cuanto Inés se aumentan los años. La memoria de un sabio tan extra- ordinario nunca se borra, Señores, queda permanente hasta la consu- mación (le los siglos: su nombre será buscado de generación en gene- ración; y su sabiduría, admirada en los liceos, será anunciada en la iglesia del Señor (1). ¿Cómo es posible un hombre tan grande verse en la pequeñez (lel olvido? Grande en arrancar y destruir los elementos que se oponían a su noble empresa: incomprensible en plantar un edi- ficio que sólo en concebirse merece aplauso: admirable en conservar ausente lo que ha destruido, y existente lo que ha plantado. La Amé- rica se honra de ser su madre; la Europa se congratula de haberlo conocido; y tú, Caracas, ¿por qué no debes gloriarte por su nacimiento, como se glorió Stagira por el (le Aristóteles, Macedonia por el de Ale- jandro, Thebas por el de Amjion, Mileto por el de Tales (2), cuando lo que hizo este hijo incomparable en tu suelo, parecen trabajos de muchos siglos, empresas de muchos guerreros, esfuerzos de grandes héroes? Si: Bolívar ya recibió naciendo aquellos dones del cielo por los cuales se distinguen los hombres destinados a grandes empresas. Aque- lla estatura regular y bien proporcionada; aquellos ojos penetrantes y escudriñadores: aquel semblante libre, majestuoso, imponente: aquel carácter vivo y enérgico: aquella impresión de dignidad, (le autoridad, de firmeza: aquel ingenio hábil y superior en el arte de prever las circunstancias con provecho, de preparar los momentos con utilidad, son las primeras luces que, al rayar el alba de su carrera, descubre te Sol del Nuevo Mundo a ambos hemisferios. Simon vir consilli. Mas e'Ye joven conoce que el arte y la naturaleza no llegan a SIm debida per- fección sino por medio (le una pausada Sucesión de tiempo y grado. El observa en el orden de la naturaleza aquel coloso ciprés que, plan- tado en un profundo valle, se eleva soberbio al par de una torre. El observa al pie de una colina aquel vasto y profundo río que, rico de aguas, sostiene pesantes navíos; y ve que aquel ciprés elevado no fué otra cosa en su principio sino una tierna planta, fácil de romperla el viento más ligero; y que aquel no temible no es más en su origen que un pequeño arroyo insignificante en sí mismo. Este joven conoce que la (1) Collaudabunt multi sapientiam ejus et usque in saculum non delebitur. Non recedet memoria ejus, et nomen ejus requiretur a gene- ratione in generationem. Sapientiam ejus enarrabuni gentes, et laudern ejus enuntiabit Ecclesta. Eccli. cap. 39. Y. 12-14. (2) Offic. Ter. tit 4.
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz