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llSION DEL CARONL—CAPITULO III 49 "ORACIONFUNEBRE que en las exequias de los restos del Libertador, pronunció en Barcelona el 17 de Diciembre de 1842 el R. P. F. Arcángel de, Tarragona. THEMA. . . Ecce Simon frater vester, scio (JuOd oir consilii est: ipsum audite semper, et ipse cnt vobis pater. (1. Macal). c. 2). Oye, Bolívar. Muchas cosas quiero decirte para ti muy placente- ras. Hoy te aclama llena de júbilo la América independiente. Vene- zuela está toda en movimiento. Los pabellones extranjeros con entu- siasmo te saludan. Las ninfas de Iberia lloran 'afligidas por no poderte acompañar. La Arabia te tributa sus aromas: sus flores la Persia: sus coronas osidionales la antigua Roma, ¡Ah, Bolívar! Caracas abre su seno, y te recibe con el llanto en los ojos, con la alegría en el corazón, con toda la pompa que tú mereces. Tus amigos renuevan en su ima- ginación tu talento, en su vista tu semblante, en su corazón tu cariño, en su espiritu tus virtudes. Hoy renaces en el nuevo mundo, y en el antiguo resuena la fama de tus glorias. Las calles de tu patria no se visten de flores como las antiguas de los siete collados por los triunfos (le SUS héroes; pero sí están regadas con los perfumes aromáticos (le! amor. Su reconocimiento te ha llamado, su entusiasmo te ha traído, su adhesión te ha colocado, y te abre tantos sepulcros su gratitud cuan- tos corazones existen en la tierra de tus conquistas. Bolívar..., ¿y para qué tanto, Señores? ¿Para qué? Para tributar sobre la tumba de un hermano el homenaje (le gratitud. Ecce Siinon frater ves ter. Para venerar el mérito (le un sabio virtuoso: scio quod oir consilil est. Para- enardecerse con el entusiasmo del amor filial, y seguido hasta la eter- I , nidad; ipsurn audite sernper, et ipse erit vobis pater. Pero, ¿qué he icho? Sabio virtuoso. Sí: éste es blasón de vuestro hermano, ésta es la doctrina de vuestro padre, éste es el imán que atrae los corazones venezolanos a su tumba victoriosa. He aquí el héroe. He aquí el mé- rito, y por consiguiente los aplausos. De poco sirve, Señores, que un hombre resplandezca en el inundo por su profunda erudición, por sus estudios, por su talento, por la viveza de su imaginación, si su cora- zón no posee al mismo tiempo sentimientos religiosos, si su alma no está adornada de aquella virtud que santifica los talentos, que los ha- ce útiles en la tierra, que los corona en el paraíso. La sabiduría sin la virtud formó sabios soberbios, maestros del error y del vicio: la virtud con la ciencia siempre han (lado a la sociedad sabios humil- des y defensores de la verdad. El paganismo tuvo sus sabios, pero éstos estaban sepultados en muy espesas tinieblas; hablaban bien, pero vivían mal. Bolívar habló bien y vivió mejor. Apenas parece creíble T. IIL—P. 4
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