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40 LOS FRANCISCANOS CAPUCHINOS EN VENEZUELA EL P. VALENTIN DE SAN JUAN.—Era lector en el con- vento de Capuchinos de Gerona cuando la exclaustración del año 35 en España; pasó después al convento de Parma con algunos de sus discípulos, y allí se embarcó para Venezuela, llegando a Caracas en 1843. Vivió algún tiempo en el con- vento de San Felipe, después fué cura interino de la Parro- quia de San Pablo de esta capital; cuando en 1856 murió el P. Jacinto Madelaine que era capellán de la Iglesia de Nues- tra Señora de La Merced, fué nombrado para sustituirle el P. Valentín de San Juan, el cual construyó la hermosa y amplí- sima sacristía, en cuyos altos se habían de alojar los Capu- chinos de la segunda etapa de las Misiones. Murió también de- jando grata memoria de sus grandes virtudes, y según tradi- ción, su cuerpo está enterrado en la misma Iglesia (le La Merced. EL P. GASPAR DE LOS ARCOS.—Llegó este Padre en la expedición de 1842, y luego que tomó posesión de la Parro- quia de Maiquctia a últimos (le agosto de 1842, se propuso ha- cer Iglesia y construyó un suntuoso Templo de tres naves, que es el más bello ornato de aquella población. Murió después de haber trabajado con incansable celo por espacio de once años, y fué enterrado en el presbiterio de Ja Iglesia, y sobre su tumba hay una lápida de mármol que dice: "El pueblo de Maiqu ella a Fr. Gaspar de los Arcos. Enero 8 de 1853". Vivió cuarenta y seis años. EL P. MANUEL DE AGUILAR.—De la misma expe- dición del año 42, hizo cosa parecida en Antímano, con la di- ferencia de que el templo de Antímano es de estilo de Rena- cimiento, mucho más majestuoso que el de Maiquetia, todo de mampostería, sumamente sólido, con su cúpula sobre el pres- biterio. Los fervorosos isleños de Antímano conservan grata memoria del P. Aguilar, y cuentan sus trabajos apostólicos y correrías por los campos para conocer y alentar a sus feli- greses. Su muerte fué muy sentida de todos; pusieron su ca- dáver en el Presbiterio, colocando sobre él una lápida conme- morativa de sus grandes méritos. EL P. JOAQUIN DE ARENYS.—Fué un verdadero após- tol en la Parroquia de Santa Rosa de Ocopi; apenas 'llegó en

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