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MISION DEL CARONI..—CAPITULO II 33 República, y si fuere necesario los solicite de fuera de ella, excitán- dolos a trasladarse -al distrito para ocuparse en la reducción de sus indígenas, manifestándoles la importancia del servicio que prestarán, las ventajas que puedan reportar, los sueldos que disfrutarán dentro de un máximum de seiscientos pesos, el auxilio que se les dará para su marcha y lo demás que crea conveniente para decidirlos, dando de todo cuenta al Gobierno por conducto de U. S. para las providencias ulteriores. En cuanto a la indicación de que seria conveniente que en cada pueblo hubiese una familia Venezolana de buenas costumbres, que enseñara a trabajar a los indígenas, puede el mismo Padre Misionero dar los pasos necesarios al efecto, o indicar los que en su opinión puedan darse por el Gobierno para conseguirlo. Si además (le las facultades que tiene el Misionero por el de- creto de 6 de noviembre de 1845 (1), necesit-are de otras en bien de la reducción, el Gobierno está dispuesto a acordarle cuantas sean convenientes y a cuyo fin puede dicho Misionero representar lo que crea más acertado. Tanto el Misionero Director del distrito de Río, Negro, como los demás que se destinen allí, deben persuadirse que el Gobierno se propone usar de cuantos medios estén a su alcance para conseguir la reducción y civilización de aquellos indígenas. Tengo el honor de decirlo a U. S. a fin de que se sirva comunicarlo inmediatamente al expresado Misionero y pueda obrar en consecuencia sin pérdida de tiempo. Soy-etc. Por S. E., Acevedo". Al recibir el R. P. Fr. Manuel de Alcaine copia del pre- cedente Oficio, hizo su gestión como le recomienda el Go- bierno y logró que fueran dos Capuchinos a ayudarle en sus teas apostólicas. Fueron éstos los siguientes: P. Fr. Fidel de Vidriá, que fundó luego un pueblo de indios con el título de La Divina Pastora de Ponciano, P. Fr. José Antonio de Figueras (2), y más tarde Fr. Ildefonso de Reus, el cual per- maneció varios años en aquellas regiones. No pudieron rea- lizar sus proyectos, pues al poco tiempo terminó el período Presidencial del General Soublette y subió al poder el Gene- ral Monagas con otros hombres poco adictos a las misiones, o más bien, sus enemigos declarados, los cuales procuraron acabar con los Misioneros. (1) Se refiere al decreto indicado más arriba sobre la reforma del Reglamento de Misiones. (2) Véase Tavcra Acosta en su Obra Río-Negro, págs. 226 y 204. T. m.-p. 3

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