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360 LOS FRANCISCANOS CAPUCHINOS EN VENEZUELA estaban imbuidos además en la preocupación de que la tierra en que éste prosperaba no consentía otras sementeras. Los primeros ensa- yos fueron tan dichosos, que en breve, cambiadas las ideas, produje- ron una revolución en la agricultura; por manera que muchos se de- dicaron con ahinco a sembrar la nueva planta, más laboriosa sin com- paración que la otra; pero menos delicada y tic más pronto y seguro rendimiento. Apenas se dará ejemplo entre los pueblos más activos y laboriosos de una prosperidad tan rápida como la que alcanzaron en pocos años los sitios escogidos para labrar el nuevo fruto que lle- gaba a enriquecer la provincia. Los valles de Aragua cambiaron en- teramente de aspecto, y donde antes no se vieran sino bosques y tremedales inútiles, se levantaron pueblos numerosos y ricos que aún subsisten. Aldeas miserables y desiertas que daba lástima el mirarlas, se convirtieron en villas risueñas y elegantes, adornos hoy de aquel verjel venezolano. Desde entonces crecieron y prosperaron la Vic- toria, Turmero, Maracay, Cagua, Guacara y otras muchas poblaciones. También Barinas, adonde se extendió el cultivo del 'añil con iguales si no más felice resultados. El algodón entra en el pequeño número de plantas que hallaron los descubridores (le América beneficiadas en Venezuela, donde al- gunos indígenas menos incultos que el resto de sus compatriotas, ha- cían de ella tejidos groseros con que se engalanaban o cubrían. Mas aunque tan (le antiguo conocida, tan apreciada por su utilidad sin igual, y de tan fácil labor, estuvo relegada entre las producciones aplicables solamente al uso doméstico, hasta que en 1782 se propu- sieron algunos agricultores emplearla para el comercio marítimo. Los valles de Aragua, Barquisimeto, Maracaibo, Cumaná, Barinas y otros lugares empezaron a cultivarla con esmero, si bien no tanto como el añil y el cacao, frutos de mayores y más fundadas esperanzas. A éstos lo que verdaderamente perjudicó fué el café, a cuyo be- neficio se dedicaron los venezolanos con tanta generalidad como buen resultado,desde la larga guerra de 1793 a 1801 entre España e Inglaterra. Las colonias de otras naciones hacían ya de él un comer- cio considerable, cuando en las posesiones españolas no se cultivaba sino para el uso doméstico, a pesar de las inmensas utilidades que había dado en Martinica, en Cayena y sobre todo en la parte francesa de Santo Domingo. Mas al fin un ejemplo tan cercano y patente hubo de dispertar el deseo (le imitarlo en un país tan propio como el (lo Venezuela para todo género de sementeras. En 1730 fueron traslada- das de las colonias vecinas a su suelo algunas posturas de la planta, pero no prosperaron como debieran, o por desidia o por falta de co- nocimiento; y tal vez el cacao hubiera continuado por muchos años siendo allí el objeto exclusivo (le la agricultura, si en 1783 no hubiese Don Antonio Mohedano hecho sembrar seis mil pies de café que reco- gió en varias huertas. Este sujeto que después fué digno y respetable

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