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LAS ENCOMIENDAS.—CAPITULO VII 339 1658, en Sede vacante, se queja de estos abusos y pide que vengan Misioneros para mejorar la condición de los indígenas. "Hombres perdidos y olvidados de su salvación, obtienen li- cencio de los gobernadores, y aun de los alcaldes ordinarios, en las vacantes, para ir a sacar indios, separando los hijos de las madres con violencia y trayéndolos a sus estancias en esta gobernación (1)". 6. Aún es más grave lo que dice el P. Tauste en su Me- moria (2): "Cerca de la villa de Cumanacoa se fundó otra Misión, con el ti- tulo de San Salvador, en dos ocasiones distintas; la primera, fué en 1664, y la segunda en 1681, juntándose cada vez más de ciento cincuenta indios, y en Fas dos veces se huyeron los indios, dejando solo al Mi- sionero, a causa de que como estaba la Misión próxima al pueblo de españoles, cada uno de éstos quería los indios para su servicio, y esto con tal importunación que no los dejaban en paz, solicitándolo por medio de los gobernadores, que se los habla dado en encomienda. Al tener noticia de esto los indios, se huyeron todos a los montes sin po- (ler vorverlos a poblar. En el mismo año (le 1664 los Misioneros (le San Francisco de Guarapiche, estuvieron dos veces en grave peligro de que los mataran los indios; la una fué que llegó un español con algunos hombres ar- mados, y, con pretexto de que venían a buscar los indios que se les habían huido de su encomienda, alarmó la población y quemó algunas casas; se alborotaron entonces los indios y arremetieron con tal furia contra los advenedizos, que tuvieron que irse a toda prisa, pero los más suspicaces creyeron que los Misioneros eran cómplices y les quisie- ron matar, y lo hubieran hecho al no intervenir algunos que estaban psuadidos de la inocencia de los Misioneros". Todos estos desafueros de los encomenderos, y muchí- simos más que aparecen en los documentos oficiales, provoca- ron el despacho, por parte del Consejo de Indias, de varias Reales Cédulas, ordenando a las autoridades civiles, a los Obispos y Misioneros, que protegieran a los indios contra los atropellos de los encomenderos. Entre otras, copiamos las siguientes (3): "Capitán general y Gobernador de Venezuela. Tengo entendido que algunos encomenderos, con su conducta, excitan a los indios 'a (1) Véase Río Negro, T. 1., p. 38. (2) Biblioteca N. de I'dadrid. Sig. 18.719. (3) Biblioteca Nacional de Madrid. Sig. 3.561. D. 130 y 131.

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