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338 LOS FRANCISCANOS CAPUCHINOS EN VENEZUELA que mandaran al P. Fr. Francisco Ruiz, Religioso Franciscano, de toda su confianza, con amplios poderes para defender los indios y denunciar a los explotadores, pues este era el único camino que entonces se debía seguir: castigar con mano fuer- te los abusos de encomenderos sin conciencia. Las Casas y sus partidarios se obstinaron en su ideal de suprimir las encomiendas, y no cejaron en su empresa hasta que en 1543 obtuvieron de Carlos V una Real Cédula, confir- mando la esclavitud de los negros del Africa y suprimiendo las encomiendas, dejando a los indios en la absoluta libertad, sin que nadie les pudiera obligar a trabajar, lo cual causó gra- vísimos trastornos en todas las regiones donde se publicó. Los pueblos de Misiones quedaron desiertos, pues una vez que los indios tuvieron noticia del contenido de la Real Cédula, se hu- yeron todos a los montes y dejaron abandonadas sus semen- teras y paralizados todos los trabajos del campo, quedando solos los Misioneros y conquistadores. El Virrey de Méjico y en Nueva Granada, comprendiendo el gran trastorno que había de traer a la nueva Colonia seme- jante resolución de suprimir las encomiendas, aplazaron la aplicación de la Real Cédula, y expusieron al Consejo (le In- dias las dificultades que iban a surgir, con perjuicio de la Real Corona. No lo hizo así el Virrey del Perú, señor Blasco Núñez Vela, y como en este reino había muchos y poderosos enco- menderos, entre ellos los Pizarro, se sublevaron contra el Vi- rrey y aun contra el Emperador, el cual mandó luego de Vi- rrey al sacerdote D. Pedro de Lagasca, con facultad de supri- mir la Real Cédula y hacer nuevas concesiones de cnconien- das a los hacendados que lo merecieron, con lo cual se aquie- taron (1). Ninguna ventaja pudo obtener el celo del P. Las Casas a favor (le los indios, pues, a pesar de haber introducido en América la esclavitud de los negros, continuaron los malos encomenderos abusando de los indios infelices que se le ha- bían encomendado para que los protegiera y educara. El Cabildo (le Caracas, en una carta que escribió al Rey el año (1) Estudios crilicos del P. Capa, T. V, p. 69.

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