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326 LOS FRANCISCANOS CAPUCHINOS EN VENEZUELA mer Obispo, Ilmo. Sr. Lora, por la cual le aprobaba la fábrica del Co- legio Seminario en términos muy honrosos, confirmándolo la apli- cación que su padre, Carlos III, había hecho al mencionado instituto de las tierras de San Jacinto, Santa Catalina, los Cacutes, San Jeróni- mo y la Virgen, que hablan sido de los Jesuitas. Además, en 1790, por Cédula de 20 de febrero, el mismo Carlos IV ordenó, en obsequio de la juventud estudiosa de Maracaibo, que los religiosos de San Francisco (le dicha ciudad restableciesen en su convento las cátedras de Gramática, Filosofía y Teología, que estaban obligados a sostener. Conviene observar que acaso el Monarca se abstuvo de conceder completo el beneficio de Universidad en 1806, no por espíritu de res- tricción respecto a estudios, sino por apagar así los celos de supe- rioridad que entonces habla entre Maracaibo y Mérida, pues se le di- rigieron informaciones muy vehementes y contradictorias sobre el lugar en que debía erigirse el plantel, firmadas unas por las autoridades de Mérida y otras por las de Maracaibo. Pues ni para uno ni para otros, se dijo el Rey, poniendo en paz las dos ciudades en competencia. No existe, pues, como ha venido diciéndose, la frase en cuestión en la Cédula sobre gracia de Universidad para Mérida, ni tampoco en las otras citadas sobre estudios en el Occidente de Venezuela, que tenemos a la vista. Resta por considerar otra versión sobre el do- cumento en el que fué estampada dicha frase, versión a que se refie- re (Ion Arístides Rojas, quien hablando sobre estudios de matemáti- cas en Caracas, (lijo, en 1873, lo que sigue, copiado (le la Colección de Documentos, de Blanco-Azpurúa (tomo 1, página 208): "Durante la gobernación del Capitán general don Manuel Gonzá- lez, en 1785, propuso el P. Andújar, Capuchino aragonés (le extensos conocimientos, se le permitiese regentar gratis una cátedra de mate- máticas, con el único objeto de aclimatar en el país este ramo de co- nocimientos humanos. Accedió momentáneamente el Gobernador pero con la reserva (le que fuese apoyado por la Corte de España.. ." (1). También es del caso citar la Real Cédula de 15 de enero de 1792, por la cual establece y reglamente Carlos IV un Colegio de Nobles Americanos en la ciudad de Granada, con ci importante objeto de educar civil y literalmente la juventud de primera calidad, nativa de América y las Filipinas, bajo un pin de estudios más amplio que el de las Universidades existentes para entonces en los dominios espa- ñoles de las Indias. En el Apéndice del II tomo de la Historia de Nueva Granada, por don José M. Groot puede verse la citada Real Cédula, existente en la Biblioteca pública de Bogotá. En 1797, Carlos IV dispuso, asimismo, la publicación del Sema- nario de Agricultura u Artes, periódico que contenía los últimos ade- (1) El P.An(lújar fué nombrado Prefecto de las Misiones, y no hubo lugar a la intervención del Consejo de Indias.

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