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MISION DEL CARONL—CAPITULO II 21 Comisionado el Dr. Alegría por el Gobierno para traer los Misioneros, cumplió a satisfacción su encargo; quizá él, como senador de la República, había sido el promotor y el más activo gestor de este hermoso proyecto. Provisto de amplias facultades eclesiásticas y civiles y de los recursos süficientes, se embarcó en febrero de 1842 COil dirección a Europa: parece que fué fácil su misión. Al llegar a Roma, se presentó al Papa Gregorio XVI, a fui de que aprobara el proyecto de reorganizar las Misiones en Venezuela, y se dignara servir de intermediario con el Comisario General de los Capuchinos españoles, pues eran ellos los llamados a con- tinuar la obra en que habían trabajado durante doscientos años. Casi tres siglos han corrido ya desde que arribaron los primeros Capuchinos a las playas de Venezuela, cuyo suelo han regado con la sangre de numerosos mártires; aquí han trabajado sin intermisión los más fervorosos (le sus hi- jos. Sus fundadores, Fr. Francisco de Pamplona y el P. José de Carabantes son reputados por santos, en cuyo proceso de beatificación se está trabajando. Lo mismo acontece con el P. Esteban de Adoain, que vino el año 1842, y con el P. Francisco de Orihuela que también estuvo en Caracas y acompañó a Mons. Uzcátegui en la visita por los valles de Aragua y Valencia a últimos del siglo pasado, y después en 1906-7 siendo Obispo de Santa Marta asistió al Congreso Eu- crístico de Caracas. Quizá en plazo no muy lejano tendre- mos varios Santos Capuchinos que estuvieron o pasaron por Caracas. La Misión de los Capuchinos cii Venezuela no se inte- rrumpió ni siquiera con la guerra de la independencia, a pesar de la supresión 51 e las Misiones por las leyes de Cúcuta y Bogotá; y aunque llegó la violencia de las pasiones en la guerra al asesinato de los Misioneros, como sucedió en Ca- ruache con los Misioneros catalanes, y en los Llanos con el P. Fr. Angel de Salduero; sin embargo, varios de ellos con- tinuaron en el país. En esta ciudad vivió varios años des- pués de la independencia el P. Fr. Francisco de Caracas al frente de la Iglesia de San Juan, que había sido la residencia

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